1. Al maestro de coro. Según "la de Gat". Salmo de los hijos de Coré

1. Del maestro de coro. Según la... de Gat. De los hijos de Coré. Salmo.

2. ¡Qué hermosa es tu morada, Señor omnipotente!

2. ¡Qué amables tus moradas, oh Yahveh Sebaot!

3. Mi alma suspira y desfallece por los atrios del Señor, mi corazón y mi carne se entusiasman en busca del Dios vivo.

3. Anhela mi alma y languidece tras de los atrios de Yahveh, mi corazón y mi carne gritan de alegría hacia el Dios vivo.

4. Hasta el gorrión ha encontrado una casa y la golondrina un nido donde poner sus polluelos: tus altares, Señor omnipotente, rey mío y Dios mío.

4. Hasta el pajarillo ha encontrado una casa, y para sí la golondrina un nido donde poner a sus polluelos: ¡Tus altares, oh Yahveh Sebaot, rey mío y Dios mío!

5. Dichosos los que viven en tu casa y están siempre alabándote;

5. Dichosos los que moran en tu casa, te alaban por siempre.

6. dichoso el hombre que tiene en ti su fortaleza y lleva en su corazón tus caminos.

6. Dichosos los hombres cuya fuerza está en ti, y las subidas en su corazón.

7. Al pasar por el valle de las balsameras, lo convertirán en manantiales, y las lluvias otoñales lo llenarán de bendiciones.

7. Al pasar por el valle del Bálsamo, lo hacen un hontanar, y la lluvia primera lo cubre de bendiciones.

8. Marcharán con ánimo creciente, verán al Dios de los dioses en Sión.

8. De altura en altura marchan, y Dios se les muestra en Sión.

9. Señor, Dios omnipotente, escucha mi plegaria; atiéndeme, oh Dios de Jacob;

9. ¡Yahveh Dios Sebaot, escucha mi plegaria, tiende tu oído, oh Dios de Jacob!

10. oh Dios, contempla nuestro escudo, fíjate en el rostro de tu ungido.

10. Oh Dios, escudo nuestro, mira, pon tus ojos en el rostro de tu ungido.

11. Un día en tus atrios vale más que mil: prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios a vivir en la casa del malvado.

11. Vale más un día en tus atrios que mil en mis mansiones, estar en el umbral de la Casa de mi Dios que habitar en las tiendas de impiedad.

12. Dios, el Señor, es un sol y un escudo, el Señor da la gracia y la gloria; no niega bien alguno al que procede rectamente.

12. Porque Yahveh Dios es almena y escudo, él da gracia y gloria; Yahveh no niega la ventura a los que caminan en la perfección.

13. Señor omnipotente, dichoso el hombre que confía en ti.

13. ¡Oh Yahveh Sebaot, dichoso el hombre que confía en ti!





“A natureza humana também quer a sua parte. Até Maria, Mãe de Jesus, que sabia que por meio de Sua morte a humanidade seria redimida, chorou e sofreu – e como sofreu!” São Padre Pio de Pietrelcina