1. Al maestro de coro. Salmo de David

1. Del maestro de coro. Salmo. De David.

2. Dichoso el que se preocupa del débil y del pobre, en el día de la desgracia el Señor lo salvará.

2. ¡Dichoso el que cuida del débil y del pobre! En día de desgracia le libera Yahveh;

3. El Señor lo guardará vivo y feliz sobre la tierra, y no lo entregará al capricho de sus enemigos.

3. Yahveh le guarda, vida y dicha en la tierra le depara, y no le abandona a la saña de sus enemigos;

4. El Señor lo cuidará en su lecho de dolor, le cambiará de continuo la cama durante la enfermedad.

4. le sostiene Yahveh en su lecho de dolor; tú rehaces entera la postración en que se sume.

5. Yo he dicho: "Señor, ten piedad de mí, cúrame, pues te he ofendido".

5. Yo he dicho: «Tenme piedad, Yahveh, sana mi alma, pues contra ti he pecado!»

6. Mis enemigos me auguran la desgracia: "¿Cuándo se morirá y desaparecerá su nombre?".

6. Mis enemigos hablan mal contra mí: «¿Cuándo se morirá y se perderá su nombre?»

7. Si alguien me viene a ver, dice mentiras, se fija en los síntomas funestos, y al salir lo publica.

7. Si alguien viene a verme, habla de cosas fútiles, el corazón repleto de maldad, va a murmurar afuera.

8. Todos a una mis enemigos cuchichean contra mí, haciendo sobre mí funestas previsiones:

8. A una cuchichean contra mí todos los que me odian, me achacan la desgracia que me aqueja:

9. "Un mal siniestro ha caído sobre él: está acostado, no se levantará ya más".

9. «Cosa de infierno ha caído sobre él, ahora que se ha acostado, ya no ha de levantarse.»

10. Hasta mi amigo íntimo, en quien yo confiaba, el que comía mi mismo pan, ha levantado contra mí su calcañar.

10. Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba, el que mi pan comía, levanta contra mí su calcañar.

11. Mas tú, Señor, ten piedad de mí; levántame, que yo les daré su merecido.

11. Mas tú, Yahveh, tenme piedad, levántame y les daré su merecido;

12. En esto conoceré que tú me amas: si mi enemigo no triunfa sobre mí.

12. en esto sabré que tú eres mi amigo: si mi enemigo no lanza más su grito contra mí;

13. Tú me sostendrás, porque soy inocente, me tendrás en tu presencia eternamente.

13. y a mí me mantendrás en mi inocencia, y ante tu faz me admitirás por siempre.

14. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre y por siempre. ¡Amén! ¡Amén!

14. ¡Bendito sea Yahveh, Dios de Israel, desde siempre hasta siempre! ¡Amén! ¡Amén!





“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina