1. ¡Señor, cuántos son mis adversarios, cuántos los que se alzan contra mí!

1. Salmo. De David. Cuando huía de su hijo Absalón.

2. ¡Cuántos los que me dicen: "Ya no tienes en Dios salvación"!

2. Yahveh, ¡cuán numerosos son mis adversarios, cuántos los que se alzan contra mí!

3. Mas tú, Señor, eres mi escudo, mi gloria, el que levanta mi cabeza.

3. ¡Cuántos los que dicen de mi vida: «No hay salvación para él en Dios!»

4. Tan pronto como llamo al Señor, me responde desde su monte santo.

4. Mas tú, Yahveh, escudo que me ciñes, mi gloria, el que realza mi cabeza.

5. Yo me acuesto y me duermo, y me levanto: el Señor me sostiene.

5. A voz en grito clamo hacia Yahveh, y él me responde desde su santo monte.

6. No le temo al pueblo que me rodea, que por todas partes me amenaza.

6. Yo me acuesto y me duermo, me despierto, pues Yahveh me sostiene.

7. ¡Levántate, Señor! ¡Sálvame, oh Dios mío! Tú golpeas en la cara a mis enemigos y a los malvados les rompes los dientes.

7. No temo a esas gentes que a millares se apostan en torno contra mí.

8. La salvación viene del Señor, que tu bendición venga sobre tu pueblo.

8. ¡Levántate, Yahveh! ¡Dios mío, sálvame! Tú hieres en la mejilla a todos mis enemigos, los dientes de los impíos tú los rompes.

9.

9. De Yahveh la salvación. Tu bendición sobre tu pueblo. Pausa





“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina