1. Oh Dios, ten piedad de mí, que me hostilizan; me acosan asaltantes todo el día,

1. Del maestro de coro. Según: «La opresión de los príncipes lejanos». De David. A media voz. Cuando los filisteos se apoderaron de él en Gat.

2. me hostigan todo el día y me miran cómo me debato. ¡Qué numerosos son mis adversarios!

2. Tenme piedad, oh Dios, porque me pisan, todo el día hostigándome me oprimen.

3. En ti pondré, oh Altísimo, mi confianza el día que tenga miedo.

3. Me pisan todo el día los que me asechan, innumerables son los que me hostigan en la altura.

4. Renuevo mi fe en las palabras de Dios, confío en Dios y no temo más: ¿qué me puede hacer un ser de carne?

4. El día en que temo, en ti confío.

5. Oigo todo el día palabras hirientes, no piensan más que en hacerme daño.

5. En Dios, cuya palabra alabo, en Dios confío y ya no temo, ¿qué puede hacerme un ser de carne?

6. Se agrupan, se ocultan, me siguen el rastro, se lanzan a la caza de mi vida.

6. Todo el día retuercen mis palabras, todos sus pensamientos son de hacerme mal;

7. Después de tanta maldad, que no se escapen, que sobre ellos recaiga, oh Dios, la furia de los paganos.

7. se conjuran, se ocultan, mis pisadas observan, como para atrapar mi alma.

8. Tu contaste mis disgustos, recogiste mis lágrimas en tu odre.

8. Por su iniquidad, ¿habrá escape para ellos? ¡Abate, oh Dios, a los pueblos en tu cólera!

9. Retrocederán mis enemigos el día que te invoque. Sé muy bien que Dios está conmigo.

9. De mi vida errante llevas tú la cuenta, ¡recoge mis lágrimas en tu odre!

10. Mi fe renuevo en las palabras de Dios, tengo fe en la palabra del Señor;

10. Entonces retrocederán mis enemigos, el día en que yo clame. Yo sé que Dios está por mí.

11. confío en Dios y no temo más, ¿qué puede hacerme un hombre?

11. En Dios, cuya palabra alabo, en Yahveh, cuya palabra alabo,

12. No me olvido, oh Dios, de mis promesas, te ofreceré sacrificios para darte gracias,

12. en Dios confío y ya no temo, ¿qué puede hacerme un hombre?

13. porque me sacaste de la muerte; no dejaste que diera un paso en falso. En presencia de Dios seguiré caminando a la luz de los vivos.

13. A mi cargo, oh Dios, los votos que te hice: sacrificios te ofreceré de acción de gracias,

14.

14. pues tú salvaste mi alma de la muerte, para que marche ante la faz de Dios, en la luz de los vivos.





“Cada Missa lhe obtém um grau mais alto de gloria no Céu!” São Padre Pio de Pietrelcina