1. Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos y llorábamos al acordarnos de Sión.

2. En los sauces de al lado teníamos colgadas nuestras cítaras.

3. Allí nuestros carceleros nos pedían cánticos y nuestros verdugos alegría: "Cantadnos algún cántico de Sión".

4. ¿Cómo íbamos a cantar un cántico del Señor en país extranjero?

5. Jerusalén, si me olvido de ti, que mi mano derecha se me seque;

6. que mi lengua se me pegue al paladar, si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén por encima de mi propia alegría.

7. Acuérdate, Señor, contra los edomitas, que decían el día de Jerusalén: "Destruidla, destruidla hasta sus cimientos".

8. Babilonia, devastadora, dichoso el que te devuelva el mal que nos hiciste;

9. dichoso el que agarre a tus niños y los estrelle contra las rocas.





“Deus não opera prodígios onde não há fé.” São Padre Pio de Pietrelcina