1. Del maestro de coro. Salmo. De David.

2. Yahveh, en tu fuerza se regocija el rey; ¡oh, y cómo le colma tu salvación de júbilo!

3. Tú le has otorgado el deseo de su corazón, no has rechazado el anhelo de sus labios.

4. Pues le precedes de venturosas bendiciones, has puesto en su cabeza corona de oro fino;

5. vida te pidió y se la otorgaste, largo curso de días para siempre jamás.

6. Gran gloria le da tu salvación, le circundas de esplendor y majestad;

7. bendiciones haces de él por siempre, le llenas de alegría delante de tu rostro.

8. Sí, en Yahveh confía el rey, y por gracia del Altísimo no ha de vacilar.

9. Tu mano alcanzará a todos tus enemigos, tu diestra llegará a los que te odian;

10. harás de ellos como un horno de fuego, el día de tu rostro; Yahveh los tragará en su cólera, y el fuego los devorará;

11. harás perecer su fruto de la tierra, y su semilla de entre los hijos de Adán.

12. Aunque ellos intenten daño contra ti, aunque tramen un plan, nada podrán.

13. Que tú les harás volver la espalda, ajustarás tu arco contra ellos.

14. ¡Levántate, Yahveh, con tu poder, y cantaremos, salmodiaremos a tu poderío!






“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina