1. Al que teme al Señor ningún mal le sucede, aunque sufra una prueba, se verá librado.

1. La desgracia no alcanza al que teme al Señor; si le toca una prueba se verá libre de ella.

2. El varón sabio no aborrece la ley, mas el que finge observarla es como nave en borrasca.

2. El hombre sabio no odia la Ley; el que la sigue sólo en apariencias es como un barco en medio de la tempestad.

3. El hombre inteligente pone su confianza en la ley, la ley es para él digna de fe como un oráculo.

3. El hombre inteligente pone su confianza en la Ley; para él la Ley es digna de fe como una respuesta divina.

4. Prepara tu discurso, y serás así escuchado, concentra tu saber y responde.

4. Prepara tu discurso y serás escuchado; hazte una buena síntesis y luego habla.

5. Rueda de carro son las entrañas del necio, como eje que da vueltas, su razonamiento.

5. Los sentimientos del tonto son como rueda de carreta, sus razonamientos son como veleta.

6. Caballo de remonta, así el amigo burlón, bajo todo el que lo monta relincha.

6. Un amigo burlón es como potro en celo, relincha con cualquier jinete.

7. ¿Por qué un día es superior a otro, si toda la luz de cada día del año viene del sol?

7. ¿Por qué un día será más importante que otro cuando todos los días reciben la luz del sol?

8. En la mente del Señor fueron diferenciados, él hizo distintas estaciones y fiestas.

8. Una decisión del Señor los ha hecho diferentes, él fue quien dispuso las fiestas y las estaciones.

9. A unos los ensalzó y santificó, a otros los hizo días ordinarios.

9. Eligió y santificó a algunos de ellos, a los demás los dejó para hacer número.

10. Así todos los hombres vienen del suelo, de la tierra fue creado Adán.

10. También los hombres fueron sacados de la tierra, de ésta fue formado Adán.

11. Con su gran sabiduría los diferenció el Señor, e hizo distintos sus caminos.

11. El Señor sin embargo, en su sabiduría, los separó, poniéndolos en diferentes caminos.

12. A unos los bendijo y ensalzó, los santificó y los puso junto a sí; a otros los maldijo y humilló y los derribó de su puesto.

12. A algunos los bendijo y exaltó, los consagró y tomó a su servicio; a otros los maldijo y humilló, hizo que perdieran su lugar.

13. Como la arcilla del alfarero está en su mano, - y todos sus caminos en su voluntad -, así los hombres en la mano de su Hacedor, que a cada uno da según su juicio.

13. Así como el barro está en manos del alfarero que lo moldea a su voluntad, así también están los hombres en las manos del que los ha hecho: trata a cada cual como mejor lo estima.

14. Frente al mal está el bien, frente a la muerte, la vida. Así frente al piadoso, el pecador.

14. De un lado el mal, y del otro el bien; de un lado la muerte, y del otro la vida: y de igual modo frente al fiel está el pecador.

15. Fíjate, pues, en todas las obras del Altísimo, dos a dos, una frente a otra.

15. Miren por todas partes las obras del Altísimo; siempre van de a dos, una oponiéndose a la otra.

16. También yo, el último, me he desvelado, como quien racima tras de los viñadores.

16. En cuanto a mí, me afané después de todos los demás, semejante al que rebusca detrás de los vendimiadores.

17. Por la bendición del Señor me he adelantado, y como viñador he llenado el lagar.

17. Pero por la bendición del Señor los alcancé y llené con mis racimos el lagar.

18. Mirad que no para mí solo me he afanado, sino para todos los que buscan la instrucción.

18. Entiendan que mis esfuerzos no fueron sólo para mí, sino para todos los que buscan el saber.

19. Escuchadme, grandes del pueblo, jefes de la asamblea, prestad oído.

19. ¡Oigan, pues, ustedes los grandes del pueblo; presten atención, ustedes que presiden la asamblea!

20. A hijo y mujer, a hermano y amigo no des poder sobre ti en vida tuya. No des a otros tus riquezas, no sea que, arrepentido, tengas que suplicar por ellas.

20. ¡Ni a tu hijo, ni a tu mujer, ni a tu hermano ni a tu amigo: a nadie des poder sobre ti mientras vivas! No des tus bienes a otro; podrías arrepentirte y tener que reclamárselos.

21. Mientras vivas y haya aliento en ti, no te enajenes a ti mismo a nadie.

21. Mientras te quede un soplo de vida, no entregues a nadie tu libertad.

22. Pues es mejor que tus hijos te pidan, que no que tengas que mirar a los manos de tus hijos.

22. Es mejor que tus hijos dependan de ti que tener tú que suplicarles.

23. En todas tus obras muéstrate con dominio, no pongas mancha en tu gloria.

23. Asume la responsabilidad de todo lo que hagas, no permitas que otros manchen tu reputación.

24. Cuando se acaben los días de tu vida, a la hora de la muerte, reparte tu herencia.

24. Cuando concluyan los días de tu vida, cuando llegue la hora de tu fin, entonces reparte la herencia.

25. Al asno, forraje, palo y carga, al criado, pan, instrucción y trabajo.

25. Para el burro: el forraje, el palo y la carga; para el sirviente: el pan, las correcciones y el trabajo.

26. Haz trabajar al siervo, y encontrarás descanso, deja libres sus manos, y buscará la libertad.

26. Da trabajo a tu esclavo y gozarás de paz; suéltale la rienda y querrá la libertad.

27. Yugo y riendas doblegan la cerviz, al mal criado torturas e inquisiciones.

27. El yugo y el cabestro hacen doblar el cogote; para el mal servidor, castigos y cadenas.

28. Mándale trabajar para que no esté ocioso, que mucho mal enseñó la ociosidad.

28. Ponlo a trabajar, que no se quede ocioso, porque la ociosidad enseña la maldad.

29. Ponle trabajo como le corresponde, si no obedece, carga sus pies de grillos.

29. Hazlo trabajar según su capacidad, y si no obedece pon sus pies en los grillos.

30. Pero no te sobrepases con nadie, no hagas nada sin equidad.

30. Pero no seas demasiado exigente con nadie, no hagas nada sin discernimiento.

31. Si tienes un criado, sea como tú, porque con sangre lo adquiriste.

31. Si tienes un sirviente, trátalo como a un hermano, pues lo necesitas tanto como él a ti.

33. Si tienes un criado, trátale como hermano, porque has menester de él como de ti mismo.

33. Si lo maltratas y emprende la fuga, ¿a dónde irás a buscarlo?





“Pode-se manter a paz de espírito mesmo no meio das tempestades da vida”. São Padre Pio de Pietrelcina