2. Al maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. En octava. Salmo de David

2. Señor, no me reprendas en tu ira, ni me castigues si estás enojado.

3. Señor, no me castigues cuando estés airado, no me reprendas cuando estés enfurecido;

3. Ten compasión de mí que estoy sin fuerzas; sáname pues no puedo sostenerme.

4. ten compasión de mí, Señor; sáname, que mis huesos se dislocan.

4. Aquí estoy sumamente perturbado, y tú, Señor, ¿hasta cuándo?...

5. Yo estoy totalmente deshecho; y tú, Señor, ¿hasta cuándo?

5. Vuélvete a mí, Señor, salva mi vida, y líbrame por tu gran compasión.

6. Ven, Señor, y sálvame la vida, sálvame, por tu misericordia,

6. Pues, ¿quién se acordará de ti entre los muertos? ¿Quién te alabará donde reina la muerte?

7. que entre los muertos no hay recuerdo de ti, en el abismo, ¿quién te puede alabar?

7. Extenuado estoy de tanto gemir, cada noche empapo mi cama y con mis lágrimas inundo mi lecho.

8. Estoy ya consumido de tanto sufrimiento; cada noche empapo yo mi almohada, inundo de lágrimas mi lecho.

8. Mis ojos se consumen de tristeza, he envejecido al ver tantos enemigos.

9. Mis ojos se consumen de dolor, se agotan entre tantos opresores.

9. Aléjense de mí, ustedes malvados, porque el Señor oyó la voz de mi llanto.

10. Lejos de mí, vosotros, agentes de maldad, pues el Señor escucha el grito de mi llanto;

10. El Señor atendió mi súplica, el Señor recogió mi oración.

11. el Señor atiende mi súplica, el Señor acoge mi oración.

11. ¡Que todos mis contrarios se confundan, y no puedan reponerse, que en un instante se corran, llenos de vergüenza!





“O amor e o temor devem sempre andar juntos. O temor sem amor torna-se covardia. São Padre Pio de Pietrelcina