2. Al maestro de coro. Según Yedutún. Salmo de David

2. En Dios sólo descansa el alma mía, de él espero mi salvación.

3. Mi alma sólo descansa en Dios, mi salvación viene de él;

3. Sólo él es mi roca y mi salvador, si es mi fortaleza, no he de vacilar.

4. sólo él es mi roca, mi salvación, mi fortaleza; no sucumbiré.

4. ¿Hasta cuándo se lanzan todos contra uno, para juntos demolerlo como se echa abajo un muro, como se derriba una cerca?

5. ¿Hasta cuándo atacaréis a un hombre solo todos a una para derribarlo como una pared que se desploma o una tapia a punto de caerse?

5. Todos sus proyectos son sólo engaños, su placer es mentir; con lo falso en la boca ellos bendicen, y en su interior maldicen.

6. Desde su altura tratan de derrocarme, se complacen en la falsedad; con la boca bendicen y con el corazón maldicen.

6. Sólo en Dios tendrás tu descanso, alma mía, pues de él me viene mi esperanza.

7. Mi alma sólo descansa en Dios, mi salvación viene de él;

7. Sólo él es mi roca y mi salvador, si es mi fortaleza, no he de vacilar.

8. sólo él es mi roca, mi salvación, mi fortaleza; no sucumbiré.

8. En Dios están mi salvación y mi gloria, él es mi roca y mi fuerza, en él me abrigo.

9. Mi gloria y mi salvación están en Dios, en Dios, mi roca de defensa y mi refugio.

9. Pueblo mío, confíen siempre en él, abran su corazón delante de él, Dios es nuestro refugio.

10. Confiad en él, oh pueblo, en todo tiempo; Dios es nuestro refugio.

10. El vulgo no es más que una pelusa, y de los de arriba no se puede fiar. Si en la balanza se pusieran todos, ni un soplo pesarían

11. Los hombres del pueblo son un soplo, la gente ilustre, una mentira; cuando se los pone en la balanza, todos juntos pesan menos que un soplo.

11. No vayan a contar con la violencia ni se hagan ilusiones con la rapiña; el corazón no apeguen a las riquezas cuando se acrecientan.

12. No esperéis nada de la violencia, no os hagáis ilusión con la rapiña; si llegáis a ser ricos, no pongáis vuestro corazón en las riquezas.

12. Una vez Dios habló, dos cosas yo entendí: Que de Dios es la fuerza, y tuya es, oh Señor, también la gracia. Que eres tú quien retribuye a cada cual según sus obras.





Como distinguir uma tentação de um pecado e como estar certo de que não se pecou? – perguntou um penitente. Padre Pio sorriu e respondeu: “Como se distingue um burro de um homem? O burro tem de ser conduzido; o homem conduz a si mesmo!” São Padre Pio de Pietrelcina