31. Por fin partimos del río Ahavá hacia Jerusalén el día doce del primer mes; nuestro Dios nos protegió durante el viaje, y nos libró de toda violencia de enemigos y saqueadores.





“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina