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  • Nadie engañe a su prójimo. Temed a vuestro Dios: yo, el Señor, vuestro Dios. (Levítico 25, 17)

  • Habrá paz en el país y nadie turbará vuestro sueño. Haré desaparecer de en medio de vosotros a los animales dañinos, y la espada enemiga no pasará vuestras fronteras. (Levítico 26, 6)

  • Me volveré contra vosotros, y seréis vencidos por vuestros enemigos; éstos os dominarán, y huiréis aunque nadie os persiga. (Levítico 26, 17)

  • A vuestros supervivientes les infundiré tal espanto en sus corazones cuando se encuentren en la tierra de sus enemigos, que el movimiento de una hoja los espantará, los hará huir, como se huye delante de la espada, y caerán sin que nadie los persiga. (Levítico 26, 36)

  • "Nadie podrá consagrar los primogénitos de su ganado, pues por derecho pertenecen ya al Señor; sea ganado mayor o menor, sus primogénitos son del Señor. (Levítico 27, 26)

  • Le derrotaron a él, a sus hijos y a todo su pueblo sin dejar escapar a nadie, y se apoderaron de su territorio. (Números 21, 35)

  • No tengáis en cuenta en vuestros juicios la apariencia de la persona; oíd a los pequeños lo mismo que a los grandes sin temor a nadie, pues el juicio pertenece a Dios. Y si os encontráis con alguna causa difícil, traedla a mí para que yo la resuelva. (Deuteronomio 1, 17)

  • Nadie podrá resistirse ante vosotros. El Señor, vuestro Dios, sembrará el pánico y el temor delante de vosotros sobre toda la tierra donde pongáis vuestro pie, como él mismo ha dicho. (Deuteronomio 11, 25)

  • Todos los varones deberán presentarse tres veces al año ante el Señor, tu Dios, en el lugar elegido por él: en la fiesta de los panes sin levadura, en la fiesta de las semanas y en la fiesta de los tabernáculos. Nadie se presentará con las manos vacías ante el Señor, (Deuteronomio 16, 16)

  • No se podrá ejecutar al reo de muerte más que por la declaración de dos o tres testigos; nadie será condenado a muerte por la declaración de un solo testigo. (Deuteronomio 17, 6)

  • Al ser sorprendida en el campo, la joven pudo pedir socorro, pero no había nadie que pudiera ir en su auxilio. (Deuteronomio 22, 27)

  • Nadie tomará la mujer de su padre ni tendrá relaciones sexuales con ella. (Deuteronomio 23, 1)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina