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  • Y uno de sus ayudantes respondió: "Nadie, oh rey, mi señor; Eliseo, el profeta que vive en Samaría, es el que comunica al rey de Israel incluso todo lo que tú dices en tu dormitorio". (II Reyes 6, 12)

  • Al anochecer se dirigieron al campamento de los sirios, y cuando llegaron al campamento, vieron que no había nadie. (II Reyes 7, 5)

  • Fueron y gritaron a los centinelas de la puerta de la ciudad y les comunicaron la noticia de esta manera: "Hemos entrado en el campamento de los sirios y allí no hay nadie, ni se oye nada. No se ven más que caballos atados, asnos atados y tiendas intactas". (II Reyes 7, 10)

  • pero tuvo que volver a Yezrael a curarse de las heridas que los sirios le habían producido cuando luchaba con Jazael, rey de Siria. Jehú dijo: "Si estáis de veras conmigo, que nadie escape de la ciudad y vaya a Yezrael a dar la noticia". (II Reyes 9, 15)

  • Así que el mayordomo de palacio, los grandes de la ciudad, los ancianos y los tutores mandaron a decir a Jehú: "Somos tus siervos; haremos lo que nos mandes. A nadie proclamaremos rey; haz lo que quieras". (II Reyes 10, 5)

  • Pues bien, convocad ante mí a todos los profetas de Baal, a todos sus sacerdotes y a todos sus adoradores. Que nadie falte, porque tengo que ofrecer un sacrificio solemne a Baal. Todo el que falte morirá". Jehú obraba así con astucia para hacer perecer a todos los adoradores de Baal. (II Reyes 10, 19)

  • Además profanó el Tofet en el valle de Ben Hinnón, para que nadie pasase a su hijo o a su hija por el fuego en honor de Moloc. (II Reyes 23, 10)

  • Y él ordenó: "Dejadlo; que nadie remueva sus huesos". Así sus huesos fueron conservados junto con los huesos del profeta oriundo de Samaría. (II Reyes 23, 18)

  • no permitió que nadie los oprimiera; por ellos castigó a reyes: (I Crónicas 16, 21)

  • Señor, no hay nadie como tú, ni hay Dios fuera de ti, como hemos oído. (I Crónicas 17, 20)

  • oró así: "Señor, Dios de nuestros padres, tú eres el Dios de los cielos, tú gobiernas los reinos de la tierra, tú tienes en tu mano la fuerza y el poder; nadie puede resistirte. (II Crónicas 20, 6)

  • Mandó buscar a Ocozías, que fue alcanzado cuando iba a esconderse a Samaría. Se lo llevaron a Jehú, que lo mandó matar. Le dieron sepultura, pues se dijeron: "Es hijo de Josafat, que buscó al Señor con todo su corazón". En la casa de Ocozías no quedó nadie que fuera capaz de reinar. (II Crónicas 22, 9)


“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina