Salmos, 24
4. El hombre de manos inocentes y limpio corazón, que no entrega su alma a la mentira y nunca jura en falso.
4. El hombre de manos inocentes y limpio corazón, que no entrega su alma a la mentira y nunca jura en falso.
El Salmo 24 habla sobre la majestad y la gloria de Dios y cómo aquellos que son fieles a él pueden acercarse a su presencia. El salmista destaca la santidad de Dios y cómo es digno de alabanza y adoración. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en el Salmo 24:
Isaías 6:3: "Y lloraron el uno al otro, diciendo, santo, santo, santo es el Señor de los anfitriones; toda la tierra está llena de su gloria". Este versículo habla sobre la santidad de Dios y la gloria que llena toda la tierra. Esto se relaciona con el Salmo 24, que también enfatiza la santidad de Dios y su gloria.
Salmo 29:2: "Déle al Señor la gloria debido a su nombre; Adora al Señor vestido con disfraces santos". Este versículo enfatiza la adoración de Dios y la importancia de reconocer su santidad. El Salmo 24 también habla sobre la adoración de Dios y cómo aquellos que son fieles pueden abordar su presencia.
Juan 4:24: "Dios es espíritu, y es importante que quienes lo adoren adoran en el espíritu y en la verdad". Este versículo enfatiza la importancia de adorar a Dios con sinceridad y devoción. El Salmo 24 se destaca como aquellos que se limpian con manos y corazones puros pueden acercarse a Dios.
Salmo 48:1: "Grande es el Señor y muy digno de ser alabado en la ciudad de nuestro Dios, en su santo monte". Este versículo destaca la grandeza de Dios y cómo es digno de alabanza. El Salmo 24 también enfatiza la grandeza y la dignidad de Dios y Su Santidad.
Hebreos 10:22: "Vengamos con un verdadero corazón, en toda la certeza de la fe, con el corazón purificado de la mala conciencia y el cuerpo lavado con agua limpia". Este versículo enfatiza la importancia de la pureza y la fe en acercarse a Dios. El Salmo 24 también enfatiza la pureza y la santidad necesarias para acercarse a Dios.
“De todos os que vierem pedir meu auxílio, nunca perderei nenhum!” São Padre Pio de Pietrelcina
