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  • le dijo: "No tengas miedo, porque la mano de Saúl, mi padre, no te alcanzará. Tú reinarás sobre Israel, y yo seré tu segundo. Mi padre, Saúl, lo sabe muy bien". (I Samuel 23, 17)

  • Id, aseguraos más; informaos exactamente del lugar por donde anda, porque me han dicho que es muy astuto. (I Samuel 23, 22)

  • En Maón había un hombre que tenía posesiones en el Carmelo. Era un hombre muy rico: tenía tres mil ovejas y mil cabras. Estaba entonces en el Carmelo para el esquileo de sus ovejas. (I Samuel 25, 2)

  • Este hombre se llamaba Nabal, y su mujer, Abigaíl. La mujer era muy sensata y muy hermosa; el hombre, por el contrario, era duro y malo; era calebita. (I Samuel 25, 3)

  • Estos hombres han sido muy buenos con nosotros. No nos han molestado; no nos ha faltado nada durante todo el tiempo que anduvimos junto a ellos cuando estábamos en el campo. (I Samuel 25, 15)

  • Cuando Abigaíl llegó a su casa, se encontró a Nabal celebrando un banquete regio. Estaba muy alegre y completamente borracho. Ella no le dijo ni una palabra hasta la mañana siguiente. (I Samuel 25, 36)

  • David estaba muy angustiado porque la gente quería apedrearlo, pues todos estaban muy amargados, cada uno por sus hijos y por sus hijas. Pero David se confortó en el Señor, su Dios. (I Samuel 30, 6)

  • Continuó la persecución con cuatrocientos hombres, pues doscientos se quedaron allí porque estaban muy fatigados para pasar el arroyo. (I Samuel 30, 10)

  • David llegó adonde estaban los doscientos hombres que, por encontrarse muy cansados, no habían podido seguirle y se habían quedado en el arroyo Besor. Ellos salieron al encuentro de David y de la tropa que le acompañaba. David se acercó a ellos y les saludó. (I Samuel 30, 21)

  • Aquel día hubo una batalla muy dura, y Abner y los de Israel fueron vencidos por los partidarios de David. (II Samuel 2, 17)

  • Una tarde, después de la siesta, David, paseando por la terraza del palacio, vio a una mujer que estaba bañándose. La mujer era muy bella. (II Samuel 11, 2)

  • Absalón, hijo de David, tenía una hermana que era muy bella. Se llamaba Tamar. Amnón, hijo de David, se enamoró de ella. (II Samuel 13, 1)


“Não se fixe voluntariamente naquilo que o inimigo da alma lhe apresenta.” São Padre Pio de Pietrelcina