Talált 142 Eredmények: Jeremías

  • hombres, mujeres y niños, las princesas reales y cuantas personas había dejado Nebuzardán, jefe de la escolta, con Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safán; también se llevaron al profeta Jeremías y a Baruc, hijo de Nerías, (Jeremías 43, 6)

  • En Tafnis, el Señor dijo a Jeremías: (Jeremías 43, 8)

  • Ésta es la palabra dirigida a Jeremías acerca de todos los judíos que vivían en Egipto, con residencia en Migdol, Tafnis, Nof, así como en la región de Patrós. (Jeremías 44, 1)

  • Entonces todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban incienso a dioses extranjeros, y todas las mujeres que estaban presentes -una gran asamblea-, así como todo el pueblo que habitaba en la tierra de Egipto, en Patrós, respondieron a Jeremías: (Jeremías 44, 15)

  • Entonces Jeremías replicó a todo el pueblo, a los hombres, a las mujeres y a toda la gente que le había respondido así, y les dijo: (Jeremías 44, 20)

  • Luego Jeremías continuó dirigiéndose a todo el pueblo, y especialmente a las mujeres: "Escuchad la palabra del Señor vosotros, los judíos que estáis en Egipto. (Jeremías 44, 24)

  • Palabra que el profeta Jeremías dirigió a Baruc, hijo de Nerías, cuando éste escribió en un libro estas palabras dictadas de labios de Jeremías, el año cuarto de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá: (Jeremías 45, 1)

  • Palabra del Señor dirigida al profeta Jeremías sobre las naciones. (Jeremías 46, 1)

  • Palabra que el Señor dirigió al profeta Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino con ánimo de atacar a Egipto. (Jeremías 46, 13)

  • Palabra del Señor que fue dirigida al profeta Jeremías acerca de los filisteos, antes que el Faraón tomase Gaza. (Jeremías 47, 1)

  • Palabra del Señor dirigida al profeta Jeremías sobre Elán, al comienzo del reinado de Sedecías, rey de Judá. (Jeremías 49, 34)

  • Palabra pronunciada por el Señor sobre Babilonia y sobre el país de los caldeos por boca del profeta Jeremías. (Jeremías 50, 1)


“Deus é servido apenas quando é servido de acordo com a Sua vontade.” São Padre Pio de Pietrelcina