1. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los injustos, ni anda por el camino de los extraviados, ni se sienta en el banco de los cínicos;

2. sino que en la ley del Señor pone su amor y en ella medita noche y día.

3. Es como un árbol a orillas del arroyo, que da el fruto a su tiempo, cuyas hojas no se marchitan nunca; en todo lo que hace sale bien.

4. No así los injustos, no; son como paja que dispersa el viento.

5. Los injustos no podrán resistir en el juicio ni los descarriados en la asamblea de los justos.

6. Porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el de los injustos lleva a la ruina.






“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina