Salmos, 25
2. A ti, Señor, elevo mi alma, a ti que eres mi Dios. En ti he confiado, que no quede avergonzado ni se rían de mí mis enemigos.
2. A ti, Señor, elevo mi alma, a ti que eres mi Dios. En ti he confiado, que no quede avergonzado ni se rían de mí mis enemigos.
“Submeter-se não significa ser escravo, mas ser livre para receber santos conselhos.” São Padre Pio de Pietrelcina