2. Escucha, oh Dios, mi voz cuando me quejo, me amenaza el enemigo, guarda mi vida;

3. escóndeme del complot de los malvados y de las maniobras de los criminales.

4. Afilaron sus lenguas como espada, tienen sus flechas, palabras de amenaza,

5. que tiran a ocultas contra el inocente, las lanzan de improviso y sin miedo.

6. Se animan entre sí para hacer el mal, estudian cómo disimular la trampa y dicen: "¿Quién verá

7. o quién descubrirá nuestros secretos?" Los sacará a la luz el que escudriña el fondo del hombre, lo profundo del ser.

8. Pero Dios les lanza sus flechas, y se ven heridos de repente.

9. Sus propias palabras los hicieron caer y los que los ven los miran sin piedad.

10. Cada cual entonces empieza a temer, dice en voz alta que es obra de Dios, y comprende su acción .

11. El justo se alegrará en el Señor y en él confiará; se congratularán todos los de recto corazón.





“Reflita no que escreve, pois o Senhor vai lhe pedir contas disso.” São Padre Pio de Pietrelcina