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Su esposa y sus amigos lo aconsejaron entonces: «Manda preparar una horca de unos veinticinco metros de alto y mañana temprano le pides al rey que haga colgar de ella a Mardoqueo. Así podrás ir sin problemas al banquete que te tienen ofrecido.» Le pareció buena la idea a Amán y mandó que levantaran una horca. (Ester 5, 14)
Esto explica que los judíos que viven en el campo o en aldeas celebren esa fecha con fiestas y banquetes el día catorce de Adar y se envíen regalos unos a otros, y, en cambio, los que habitan en las ciudades tengan como día de fiesta para intercambiarse regalos el quince del mes de Adar. (Ester 9, 19)
para recordar que en esos días los judíos se habían librado de sus enemigos y que, en ese mes, su angustia se había cambiado en felicidad y su duelo en día de fiesta. Los convidaba, pues, a que ese día lo pasaran alegremente, se enviaran regalos unos a otros y dieran limosna a los pobres. (Ester 9, 22)
¿Crees que somos bestias, o nos consideras unos brutos? (Job 18, 3)
Pero ahora se ríen de mí unos más jóvenes que yo y cuyos padres, para mí, no eran dignos ni de mezclarse con los perros de mi ganado. (Job 30, 1)
Se unen unos a otros formando una capa sin junturas. (Job 41, 9)
Unos en carros, otros a caballo, pero nosotros sólo recurrimos al nombre del Señor, nuestro Dios. (Salmos 20, 8)
Porque su enojo dura unos momentos, y su bondad toda una vida. Al caer la tarde nos visita el llanto, pero a la mañana es un grito de alegría. (Salmos 30, 6)
pero sí viene Dios, que es el juez, para humillar a unos, y ensalzar a otros. (Salmos 75, 8)
Fue entonces cuando aparecieron en Israel unos rebeldes que lograron convencer a mucha gente. Les decían: «Pactemos con los pueblos que nos rodean, pues, desde que nos separamos de ellos, hemos tenido que soportar muchos percances.» (1 Macabeos 1, 11)
Los funcionarios del Rey y la gobernación de la ciudad de David en Jerusalén, recibieron la información de que unos hombres habían desobedecido la orden del rey y habían ido a esconderse en cavernas del desierto. (1 Macabeos 2, 31)
Se lanzaron los unos contra los otros y cayeron muertos cinco mil hombres del ejército de Lisias. (1 Macabeos 4, 34)