1. A orillas de los ríos de Babilonia estábamos sentados y llorábamos, acordándonos de Sión;

2. en los álamos de la orilla teníamos colgadas nuestras cítaras.

3. Allí nos pidieron nuestros deportadores cánticos, nuestros raptores alegría: «¡Cantad para nosotros un cantar de Sión!»

4. ¿Cómo podríamos cantar un canto de Yahveh en una tierra extraña?

5. ¡Jerusalén, si yo de ti me olvido, que se seque mi diestra!

6. ¡Mi lengua se me pegue al paladar si de ti no me acuerdo, si no alzo a Jerusalén al colmo de mi gozo!

7. Acuérdate, Yahveh, contra los hijos de Edom, del día de Jerusalén, cuando ellos decían: ¡Arrasad, arrasadla hasta sus cimientos!

8. ¡Hija de Babel, devastadora, feliz quien te devuelva el mal que nos hiciste,

9. feliz quien agarre y estrelle contra la roca a tus pequeños!





“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina