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  • Jericó estaba herméticamente cerrada por temor a los israelitas: nadie salía ni entraba. (Josué 6, 1)

  • todo el ejército regresó sano y salvo al campamento de Josué, en Maquedá. Nadie había podido causar el menor daño a los israelitas. (Josué 10, 21)

  • Aquel mismo día, Josué se apoderó de Maquedá y pasó al filo de la espada a la ciudad y a su rey, consagrándolos al exterminio junto con todos los seres vivientes que había en ella. No dejó a nadie con vida, y trató al rey de Maquedá como había tratado al rey de Jericó. (Josué 10, 28)

  • El Señor puso a la ciudad y al rey en manos de Israel, que la pasó al filo de la espada con todos los seres vivientes que había en ella. No dejó a nadie con vida, y trató a su rey como había tratado al rey de Jericó. (Josué 10, 30)

  • la tomaron, y pasaron al filo de la espada a la ciudad, a su rey, a sus otras ciudades y a todos los seres vivientes que había en ella. Josué no dejó a nadie con vida, sino que hizo con ella lo mismo que había hecho con Eglón: consagró al exterminio a la ciudad y a todos los seres vivientes que había en ella. (Josué 10, 37)

  • y se apoderó de la ciudad, de su rey y de todas sus otras ciudades. Los israelitas los pasaron al filo de la espada, y consagraron al exterminio a todos los seres vivientes que había en la ciudad, sin dejar a nadie con vida. Josué trató a Debir como había tratado a Hebrón y a su rey, y como había tratado a Libná y a su rey. (Josué 10, 39)

  • Así Josué conquistó toda la región: la Montaña, el Négueb, la Sefelá y los declives de la Montaña, con todos sus reyes. No dejó a nadie con vida, sino que consagró al exterminio a todos los seres vivientes, como el Señor, el Dios de Israel, le había ordenado. (Josué 10, 40)

  • El botín de estas ciudades, incluido el ganado, se lo repartieron los israelitas; a las personas, en cambio, las pasaron al filo de la espada, hasta acabar con todos. No dejaron a nadie con vida. (Josué 11, 14)

  • El Señor desposeyó delante de ustedes a naciones numerosas y fuertes; y hasta el presente, nadie ha podido resistirles. (Josué 23, 9)

  • y les dijo: "Síganme, porque el Señor les ha entregado a Moab, el enemigo de ustedes". Ellos lo siguieron, ocuparon los vados del Jordán que estaban en Moab, y no dejaron pasar a nadie. (Jueces 3, 28)

  • Al ver que nadie venía en mi ayuda, marché contra los amonitas arriesgando mi propia vida, y el Señor los entregó en mis manos. ¿Por qué entonces han subido hoy a hacerme la guerra?". (Jueces 12, 3)

  • Los cinco hombres partieron y llegaron a Lais. Allí vieron que la gente del lugar vivía segura, tranquila y confiada, a la manera de los sidonios; nadie infligía el menor agravio a la población, ejerciendo la autoridad despóticamente; además, estaban alejados de los sidonios y no dependían de nadie. (Jueces 18, 7)


“Padre, eu não acredito no inferno – falou um penitente. Padre Pio disse: Acreditará quando for para lá?” São Padre Pio de Pietrelcina