Judit, 7
25. Ya no hay quien nos ayude, pues Dios nos ha entregado en sus manos para que perezcamos de sed ante ellos en lenta agonía.
25. Ya no hay quien nos ayude, pues Dios nos ha entregado en sus manos para que perezcamos de sed ante ellos en lenta agonía.
“A natureza humana também quer a sua parte. Até Maria, Mãe de Jesus, que sabia que por meio de Sua morte a humanidade seria redimida, chorou e sofreu – e como sofreu!” São Padre Pio de Pietrelcina