Talált 178 Eredmények: saber
que lo que yo te prometí ante Yavé, Dios de Israel, a saber, que tu hijo Salomón me sucedería en el trono de Israel, se cumplirá tal cual.» (1 Reyes 1, 30)
¿Acaso nadie te ha hecho saber lo que hice, cuando Jezabel mataba a los profetas de Yavé, y cómo oculté a cien de ellos en dos cuevas, cincuenta en cada una, y los alimenté con pan y agua? (1 Reyes 18, 13)
En esos momentos, uno de los arameos disparó una flecha sin saber a quién apuntaba e hirió al rey de Israel entre la parte alta y la parte baja de su coraza. Este dijo al conductor de su carro: «Da la vuelta con las riendas y sácame de aquí, pues no me siento bien.» (1 Reyes 22, 34)
En Samaria, Ocozías se cayó por la ventana de su habitación del segundo piso y quedó maltrecho. Envió mensajeros, a los que había encomendado lo siguiente: «Vayan a consultar a Baalzebub, dios de Acarón, para saber si sobreviviré a este accidente.» (2 Reyes 1, 2)
En cuanto a los moabitas, al saber que los reyes venían a atacarlos, reunieron a todos los hombres en edad de manejar la espada y se apostaron en la frontera. (2 Reyes 3, 21)
Llegó hasta el hombre de Dios y se abrazó a sus pies. Entonces se acercó Guejazí para separarla, pero el hombre de Dios le dijo: «Déjala, porque su alma está amargada y Yavé no me lo hizo saber ni me ha revelado el motivo de su pena.» (2 Reyes 4, 27)
Eliseo le contestó: «Ve y dile que su enfermedad no es mortal, pero Yavé me ha hecho saber que con toda certeza morirá.» (2 Reyes 8, 10)
Por segunda vez mandaron un mensajero que, al llegar donde ellos, les dijo: «El rey quiere saber si hay alguna novedad.» Y Jehú respondió nuevamente: «No te preocupes por la novedad. Pasa tras de mí y sígueme.» (2 Reyes 9, 19)
De los hijos de Isacar, expertos en distinguir las oportunidades y saber lo que Israel debía hacer, doscientos jefes, y todos sus hermanos bajo sus órdenes. (1 Crónicas 12, 33)
Te hago saber que voy a edificar una Casa al nombre de Yavé, mi Dios, para consagrársela, para quemar ante él incienso aromático, para la ofrenda perpetua de los panes presentados, y para los holocaustos de la mañana y de la tarde, de los sábados, lunas nuevas, solemnidades de Yavé, nuestro Dios, como se hace siempre en Israel. (2 Crónicas 2, 3)
Sucedió que uno de los soldados arameos disparó su arco sin saber a quién apuntaba, hiriendo al rey de Israel, por entre las hombreras y la coraza. El rey dijo al que guiaba su carro: «Date vuelta y sácame de la batalla, porque me siento malherido.» (2 Crónicas 18, 33)
Hacemos saber al rey que si esta ciudad se reedifica y se levantan sus murallas, perderás con esto mismo tus territorios de este lado del río.» (Esdras 4, 16)