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  • Y les dijo: "Id hacia la montaña, para que no os encuentren los que os persiguen; estad escondidos allí durante tres días, hasta que ellos regresen, y luego seguid vuestro camino". (Josué 2, 16)

  • Ellos se fueron, llegaron a la montaña y estuvieron allí tres días, hasta que volvieron sus perseguidores, que los estuvieron buscando por todas partes y no los encontraron. (Josué 2, 22)

  • Al cabo de tres días, los jefes recorrieron el campamento (Josué 3, 2)

  • Al volver, dijeron a Josué: "No es necesario que suba todo el pueblo; que suban unos dos o tres mil hombres para tomar Ay. No hace falta que vaya todo el pueblo, pues ellos son pocos". (Josué 7, 3)

  • Subieron, pues, unos tres mil hombres, pero tuvieron que huir ante los de Ay, (Josué 7, 4)

  • Tres días después de haber hecho el pacto con ellos, se supo que eran vecinos y que vivían cerca. (Josué 9, 16)

  • Los israelitas salieron en su busca y en tres días llegaron a sus ciudades, que eran: Gabaón, Kefirá, Beerot y Quiriat Yearín. (Josué 9, 17)

  • Caleb echó de allí a los tres hijos de Anac: Sesay, Ajiman y Talmay, descendientes de Anac. (Josué 15, 14)

  • Elegid tres hombres por tribu; yo los mandaré a recorrer el país y que me hagan una descripción de él con vistas a su partición cuando vengáis". (Josué 18, 4)

  • De la tribu de Neftalí, como ciudades de refugio para los homicidas: Cades, en Galilea, Jamot Dor y Racat, con sus respectivos ejidos; tres ciudades. (Josué 21, 32)

  • Siguiendo las órdenes de Moisés, Hebrón fue dado a Caleb, que echó de allí a los tres hijos de Anac. (Jueces 1, 20)

  • Gedeón dividió sus trescientos hombres en tres bandos. Puso en sus manos las trompetas y los cántaros vacíos y dentro de ellos teas encendidas, (Jueces 7, 16)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina