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  • y morirá todo primogénito en Egipto, desde el primogénito del Faraón, que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la esclava, que trabaja en el molino, y todo primogénito de los animales. (Exodo 11, 5)

  • El hambre del trabajador trabaja para él, porque la exigencia de su boca le estimula. (Proverbios 16, 26)

  • Busca lana y lino, y trabaja con su mano solícita. (Proverbios 31, 13)

  • Ya fuese labrador o pastor, ya fuese un obrero que trabaja en solitario, sufría, sorprendido, el castigo inevitable; pero todos estaban atados por una misma cadena de tinieblas. (Sabiduría 17, 17)

  • Más vale el que trabaja y tiene de todo que el que es presumido y carece de pan. (Eclesiástico 10, 27)

  • Aunque los persigas, no los alcanzarás; y aunque huyas, no podrás escapar de ellos. Hay quien trabaja, se fatiga y corre, y con todo queda más atrás. (Eclesiástico 11, 11)

  • El pobre trabaja porque necesita vivir, y si descansa cae otra vez en la miseria. (Eclesiástico 31, 4)

  • E igual el obrero o artesano que trabaja día y noche; el que graba los sellos y se esfuerza en varios diseños, que pone su atención en reproducir el modelo y pasa sus vigilias en rematar su obra. (Eclesiástico 38, 27)

  • El forjador trabaja al fuego y da forma a su obra a martillazos; la trabaja a fuerza de brazos; siente hambre, está agotado; no bebe agua, está extenuado. (Isaías 44, 12)

  • El que trabaja la madera tira la cuerda de medir, diseña el ídolo a lápiz, lo trabaja a la azuela, sigue el diseño con el compás y lo modela semejante a una figura humana, conforme a las facciones de un hombre, para que habite en un templo. (Isaías 44, 13)

  • Ahora bien, al que trabaja no se le abona el jornal como una gratificación, sino como una deuda; (Romanos 4, 4)

  • en cambio, al que no trabaja, pero cree en el que justifica al culpable, su fe se le cuenta como justicia. (Romanos 4, 5)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina