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  • y una carta dirigida a Asaf, el guarda del parque real, para que me dé madera de construcción para las puertas de la ciudadela del templo, para la muralla de la ciudad y la casa en que he de habitar yo". El rey me lo concedió, porque mi Dios me protegía. (Nehemías 2, 8)

  • Palal, hijo de Uzay, reparó el trecho enfrente del ángulo de la torre que sobresale del palacio real alto y da al patio de la cárcel; a continuación Pedayas, hijo de Parós. (Nehemías 3, 25)

  • Buscaron sus títulos genealógicos; pero al no encontrarlos, fueron excluidos del sacerdocio, (Nehemías 7, 64)

  • ¡Acuérdate, oh Dios mío, de esta gente, que ha profanado el sacerdocio y el pacto de los sacerdotes y los levitas! (Nehemías 13, 29)

  • Todos mis bienes fueron confiscados, pasando al tesoro real. No me quedó nada más que Ana, mi mujer, y Tobías. (Tobías 1, 20)

  • Entonces Ajicar intercedió por mí y pude volver a Nínive. Ajicar había sido el jefe de los coperos, custodio del sello real, administrador y contador con Senaquerib, rey de los asirios, y Asaradón le confirmó en sus cargos. Era mi sobrino. (Tobías 1, 22)

  • Cada hombre recibió abundantes provisiones y gran cantidad de oro y plata facilitados por la casa real. (Judit 2, 18)

  • El año tercero de su reinado, el rey, que tenía establecido su trono real en la ciudad de Susa, (Ester 1, 2)

  • Transcurridos aquellos días, ofreció también un banquete durante siete días a toda la población de la ciudad de Susa, chicos y grandes, en el patio del jardín real. (Ester 1, 5)

  • que trajeran a su presencia a la reina Vasti con la corona real, para mostrar su belleza al pueblo y a los jefes, pues era muy hermosa. (Ester 1, 11)

  • Los más destacados eran Carsena, Setar, Admatá, Tarsis, Meres, Marsená y Memucán, los siete príncipes persas y medos que pertenecían al consejo real y ocupaban los primeros cargos del reino. (Ester 1, 14)

  • Cuando el decreto real se divulgue en todo el reino, todas las mujeres, desde las más grandes hasta las más insignificantes, honrarán a sus maridos". (Ester 1, 20)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina