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  • de la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Neftalí, doce mil; de la tribu de Manasés, doce mil; (Apocalipsis 7, 6)

  • de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Leví, doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil; (Apocalipsis 7, 7)

  • de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín, doce mil. (Apocalipsis 7, 8)

  • El cuarto ángel tocó la trompeta, y la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas quedaron heridas de muerte de tal manera que se oscureció la tercera parte de las mismas y el día perdió una tercera parte de su esplendor, lo mismo que la noche. (Apocalipsis 8, 12)

  • En mi visión oí un águila que volaba por medio del cielo y gritaba con voz potente: "¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra tan pronto como suenen las trompetas que los tres ángeles van a tocar!". (Apocalipsis 8, 13)

  • Tienen como rey al ángel del abismo; su nombre en hebreo es "Abaddón", y en griego "Apolión", el exterminador. (Apocalipsis 9, 11)

  • Y fueron soltados los cuatro ángeles que estaban dispuestos para la hora, el día, el mes y el año, a fin de exterminar a la tercera parte de los hombres. (Apocalipsis 9, 15)

  • El gran ejército de caballería constaba de doscientos millones: yo oí su número. (Apocalipsis 9, 16)

  • La tercera parte de los hombres fue exterminada por estas tres plagas, fuego, humo y azufre, que salían de las bocas de los caballos. (Apocalipsis 9, 18)

  • Los demás hombres que no fueron exterminados por estas plagas no se arrepintieron de las obras de sus manos, ni cesaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, que no podían ni ver, ni oír, ni caminar; (Apocalipsis 9, 20)

  • no se arrepintieron ni de sus homicidios, ni de sus maleficios, ni de su lujuria, ni de sus robos. (Apocalipsis 9, 21)

  • Corrí hacia el ángel y le dije que me diera el librito. Él me contestó: "Tómalo y cómetelo; te amargará las entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel". (Apocalipsis 10, 9)


“Reze pelos infiéis, pelos fervorosos, pelo Papa e por todas as necessidades espirituais e temporais da Santa Igreja, nossa terna mãe. E faça uma oração especial por todos os que trabalham para a salvação das almas e para a glória do nosso Pai celeste.” São Padre Pio de Pietrelcina