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Todos sus servidores estaban a su lado. Todos los quereteos, los peleteos y los hititas que le habían seguido desde Gat, seiscientos hombres, marchaban delante del rey. (II Samuel 15, 18)
Y tiraba piedras a David y a todos sus servidores, aunque todo el ejército y los valientes estaban a la derecha y a la izquierda del rey. (II Samuel 16, 6)
Jonatán y Ajimás estaban junto a la fuente de Roguel. Una sirvienta iba a llevarles las noticias para que fuesen ellos a informar al rey David, pues para no dejarse ver, no entraban en la ciudad. (II Samuel 17, 17)
Cuando estaban junto a la gran piedra que hay en Gabaón, llegó Amasá frente a ellos. Joab iba vestido con uniforme militar y llevaba al costado una espada envainada. La espada se le salió y se cayó. (II Samuel 20, 8)
Entonces el rey convocó a los gabaonitas y les habló (los gabaonitas no eran israelitas, sino un resto de los amorreos; pero los israelitas estaban ligados a ellos con juramento y, sin embargo, Saúl había intentado exterminarlos en su celo por Israel y Judá). (II Samuel 21, 2)
Tres de los treinta fueron en tiempo de la siega a ver a David en la cueva de Adulán, mientras los filisteos estaban acampados en el valle de Refaín. (II Samuel 23, 13)
El rey dijo a Joab y a los jefes del ejército que estaban con él: "Recorred todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Berseba, y haced el censo del pueblo para que sepa yo su número". (II Samuel 24, 2)
Pero el sacerdote Sadoc y Benayas, hijo de Yehoyadá; el profeta Natán; Semeí, amigo de David; Reí y la cohorte de valientes de David, no estaban con Adonías. (I Reyes 1, 8)
Pero sucedió que, al cabo de tres años, dos criados de Semeí huyeron adonde Aquís, hijo de Maacá, rey de Gat. Cuando le dijeron a Semeí que sus criados estaban en Gat, (I Reyes 2, 39)
Judá e Israel eran numerosos como la arena que hay en la orilla del mar, y comían, bebían y estaban satisfechos. (I Reyes 4, 20)
Y los mandó al Líbano en brigadas de diez mil cada mes. Un mes estaban en el Líbano y dos meses en sus casas. Al frente de la leva estaba Adonirán. (I Reyes 5, 28)
Colocó los querubines en el centro del lugar santísimo y allí estaban con las alas desplegadas, de modo que un ala de uno tocaba en la pared y un ala del otro tocaba la pared opuesta; las otras dos alas se tocaban una a otra en medio del edificio. (I Reyes 6, 27)