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  • Participad en la instrucción con un alto precio y adquiriréis por ella mucho oro. (Eclesiástico 51, 28)

  • Y vagará por el país, abatido y hambriento; por el hambre se desesperará y maldecirá a su rey y a su Dios. Levantará sus ojos a lo alto, (Isaías 8, 21)

  • que se está haciendo un sepulcro en lo alto y tallando en la roca su mansión: ¿Qué tienes aquí; a quién conoces para excavarte aquí un sepulcro? (Isaías 22, 16)

  • Aquel día el Señor visitará a las milicias del cielo allá en lo alto; y aquí abajo, a los reyes de la tierra. (Isaías 24, 21)

  • Sí, él ha humillado a los que habitaban en lo alto; ha abatido la ciudadela escarpada, la ha abatido a tierra, la ha derribado en el polvo: (Isaías 26, 5)

  • En todo monte alto y en toda colina elevada habrá arroyos y corrientes de agua el día de la gran matanza, cuando caigan las torres. (Isaías 30, 25)

  • Hasta que sobre nosotros se derrame el espíritu venido de lo alto: entonces el desierto se trocará en vergel y el vergel se cambiará en selva. (Isaías 32, 15)

  • Pío como la golondrina, gimo como la paloma. Se consumen mis ojos de mirar a lo alto. Señor, en angustia estoy; sé tú mi valedor. (Isaías 38, 14)

  • Sube a un monte alto, mensajero de albricias de Sión, haz resonar fuertemente tu voz, mensajero de albricias de Jerusalén. Hazla resonar sin miedo: di a las ciudades de Judá: ¡Aquí está vuestro Dios! (Isaías 40, 9)

  • Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿Quién ha creado todos estos astros, sino el que despliega en orden sus mesnadas y llama a cada uno por su nombre? Tanta es su fuerza, tan grande su poder que ninguno falta a su llamada. (Isaías 40, 26)

  • ¿Por qué dices, Jacob, y afirmas tú, Israel: Mi suerte está oculta al Señor, a Dios se le pasa por alto mi derecho? (Isaías 40, 27)

  • Alcen su voz el desierto y sus ciudades, las aldeas en que habita Quedar; aclamen los habitantes de Petra, desde lo alto de los montes lancen gritos. (Isaías 42, 11)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina