Fundar 63 Resultados para: aliento

  • Porque los hombres y los animales tienen todos la misma suerte: como mueren unos, mueren también los otros. Todos tienen el mismo aliento vital y el hombre no es superior a las bestias, porque todo es vanidad. (Eclesiastés 3, 19)

  • ¿Quién sabe si el aliento del hombre sube hacia lo alto, y si el aliento del animal baja a lo profundo de la tierra? (Eclesiastés 3, 21)

  • Ningún hombre es dueño del aliento vital, para poder retenerlo, y nadie tiene dominio sobre el día de la muerte; no hay tregua en este combate y la maldad no librará al que la comete. (Eclesiastés 8, 8)

  • Así como ignoras cómo llega el aliento vital a los huesos en el seno de la mujer embarazada, así también ignoras la obra de Dios, que hace todas las cosas. (Eclesiastés 11, 5)

  • antes que el polvo vuelva a la tierra, como lo que es, y el aliento vuelva a Dios, porque es él quien lo dio. (Eclesiastés 12, 7)

  • Yo dije: Subiré a la palmera, y recogeré sus frutos. ¡Que tus pechos sean como racimos de uva, tu aliento como aroma de manzanas, (Cantar 7, 9)

  • cuando esta se extinga, el cuerpo se reducirá a ceniza y el aliento se dispersará como una ráfaga de viento. (Sabiduría 2, 3)

  • Yo decidí tomarla por compañera de mi vida, sabiendo que ella sería mi consejera para el bien y mi aliento en las preocupaciones y la tristeza. (Sabiduría 8, 9)

  • o fieras desconocidas creadas expresamente, llenas de furor, que exhalaran un aliento de fuego, despidieran un humo nauseabundo, o lanzaran de sus ojos terribles rayos: (Sabiduría 11, 18)

  • Porque es un hombre el que hizo esos ídolos, uno que recibió en préstamo el aliento, el que los modeló, pero ningún hombre puede modelar un dios semejante a sí mismo: (Sabiduría 15, 16)

  • Mientras vivas y tengas aliento, no te dejes enajenar por nadie: (Eclesiástico 33, 21)

  • ¡Dejen entonces al hombre que sólo tiene aliento en sus narices! ¿En qué se lo puede estimar? (Isaías 2, 22)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina