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  • Vayan, pues, infórmense más todavía, fíjense bien por dónde anda y pregunten quién lo ha visto por allí, porque me han dicho que es muy astuto. (1 Samuel 23, 22)

  • Luego bajó David al desierto de Maón. Allí había un hombre que tenía su hacienda en Carmelo. Era un hombre muy rico y poseía millares de ovejas y cabras. (1 Samuel 25, 2)

  • Y agregó: «Esos hombres fueron muy buenos con nosotros: nunca nos molestaron ni nada nos faltó de nuestros rebaños mientras estuvimos con ellos en el campo. (1 Samuel 25, 15)

  • David le contestó: «Ahora vas a ver lo que hará tu servidor.» Y dijo Aquís: «Muy bien, te haré jefe de mi guardia para siempre.» (1 Samuel 28, 2)

  • Aquís respondió: «Sabes muy bien que tú eres para mí como un ángel de Dios; pero los jefes de los filisteos no quieren que vayas a combatir con ellos. (1 Samuel 29, 9)

  • Por eso mañana levántense antes del amanecer, y con todos los que vinieron contigo vayan al lugar que les he asignado. No guardes, pues, rencor en tu corazón, porque tú sabes que te estimo. Levántense, pues, muy temprano y partan apenas aclare.» (1 Samuel 29, 10)

  • David estaba en grandes apuros, pues su gente estaba muy amargada, cada uno por sus hijos e hijas, y hablaba de apedrearlo. Pero David se reanimó con Yavé, su Dios. (1 Samuel 30, 6)

  • David partió con sus seiscientos hombres, y llegó al torrente Besor. Allí se quedaron doscientos que estaban muy cansados para cruzar el torrente. (1 Samuel 30, 9)

  • El los guió. Los encontraron dispersos por el campo, comiendo, bebiendo y celebrando una fiesta, porque era muy grande el botín que habían obtenido en tierra de los filisteos y en tierra de Judá. (1 Samuel 30, 16)

  • Aquel día hubo una batalla muy dura, donde Abner y los hombres de Israel fueron derrotados por los partidarios de David. (2 Samuel 2, 17)

  • Abner se enojó mucho por estas palabras y respondió: «¿Soy yo un perro? Yo me he portado muy bien con la familia de Saúl, tu padre, con sus hermanos y amigos, y no te he entregado en manos de David. Y ahora, ¿me reprochas por una mujer? (2 Samuel 3, 8)

  • A nadie de los presentes le disgustó esto; muy por el contrario, pues encontraban bien todo lo que el rey hacía. (2 Samuel 3, 36)


“Nas tribulações é necessário ter fé em Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina