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  • En cuanto David lo supo, man dó gente que los fuera a encontrar, con este mensaje: «Quédense en Jericó hasta que la bar ba les vuelva a crecer, y después volverán.» Pues esos hombres estaban muy avergonzados. (2 Samuel 10, 5)

  • Una tarde, después de haberse le vantado de la siesta, se paseaba David por la terraza del palacio, y desde allí vio a una mujer que se bañaba. Era una mujer muy bella. (2 Samuel 11, 2)

  • Yavé hizo que enfermara grave mente el niño que la mujer de Urías ha bía dado a luz, y estuvo muy mal. (2 Samuel 12, 15)

  • Esto es lo que ocurrió después: Absalón, hijo de David, tenía una hermana muy bella llamada Tamar, y Amnón, hijo de David, se enamoró de ella. (2 Samuel 13, 1)

  • Amnón tenía un amigo llamado Yonadab, hijo de Simá, hermano de David. Yonadab era un hombre muy astuto, (2 Samuel 13, 3)

  • Su hermano Absalón le dijo: «¿Así que tu hermano Amnón se acostó contigo?... Pero, no importa, hermana mía, pues, al fin y al cabo, es tu hermano. ¡Quédate por ahora callada!» Y Tamar permaneció muy triste en casa de su hermano Absalón. (2 Samuel 13, 20)

  • Tuvo tres hijos y una hija que se llamaba Tamar y era muy bella. (2 Samuel 14, 27)

  • Absalón se levantaba muy temprano y se ponía junto al camino que lleva a la Puerta, y cada vez que un hombre venía al tribunal del rey, por algún pleito, lo llamaba y le preguntaba: «¿De qué ciudad eres tú?» Y si el otro respondía: «Soy de una de las tribus de Israel», entonces Absalón le decía: (2 Samuel 15, 2)

  • Pero los vio un joven, que fue con el cuento a Absalón. Los dos, sin embargo, caminando muy rápido, alcanzaron a llegar a casa de un hombre de Bajurim que tenía un pozo en el patio, y allí se metieron. (2 Samuel 17, 18)

  • No se trata de eso, sino que buscamos a un hombre llamado Sebá, hijo de Bikrí, que levantó su mano contra el rey David. Entréguenlo y nos iremos de la ciudad.» La mujer entonces dijo: «Muy bien; te vamos a tirar su cabeza por encima de los muros.» (2 Samuel 20, 21)

  • Cuando el rey David era ya muy viejo, por más que lo abrigaban no conseguía calentarse. (1 Reyes 1, 1)

  • La joven era muy bella; estaba al servicio del rey y le hacía compañía; él, sin embargo, no tuvo relaciones con ella. (1 Reyes 1, 4)


“Todas as graças que pedimos no nome de Jesus são concedidas pelo Pai eterno.” São Padre Pio de Pietrelcina