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  • Nosotros hemos cumplido fielmente lo que nos ordenó nuestro padre Jonadab, hijo de Recab, y así ninguno de nosotros, ni nuestras mujeres ni nuestros hijos ni nuestras hijas, (Jeremías 35, 8)

  • Alcemos nuestro corazón y nuestras manos al Dios que está en los cielos. (Lamentaciones 3, 41)

  • Vigilaban nuestros pasos para que no anduviéramos por nuestras plazas. (Lamentaciones 4, 18)

  • Nuestra herencia pasó a extranjeros, nuestras casas a extraños. (Lamentaciones 5, 2)

  • Somos huérfanos, sin padre; nuestras madres, viudas. (Lamentaciones 5, 3)

  • Dicen: Nuestras casas no están próximas a caer, nosotros somos la carne y la ciudad es la olla que la conserva. (Ezequiel 11, 3)

  • Yavé me dijo entonces: Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ahora dicen: "Nuestros huesos se han secado, nuestras esperanzas han muerto, hemos sido rechazados". (Ezequiel 37, 11)

  • En esta hora ya no tenemos rey, ni profeta, ni jefe; no podemos ofrecerte víctimas, sacrificios, ofrendas ni incienso. No tenemos un lugar en que presentarte las primicias de nuestras cosechas y así conseguir tu favor (Daniel 3, 38)

  • Dios mío, inclina tus oídos y escucha. Abre tus ojos y mira cómo está arruinada la ciudad sobre la cual ha sido pronunciado tu Nombre. No nos apoyamos en nuestras buenas obras, sino que derramamos nuestras súplicas ante ti, confiados en tu gran misericordia (Daniel 9, 18)

  • «Vengan, volvamos a Yavé; pues si él nos lesionó, él nos sanará; si él nos hirió, él vendará nuestras heridas. (Oseas 6, 1)

  • Asiria no nos salvará, ni confiaremos más en los caballos, ni a la estatua que hicieron nuestras manos volveremos a decirle Dios nuestro;en ti sólo encuentra compasión el huérfano.» (Oseas 14, 4)

  • Ahí están sus palabras: «¿Cuándo pasará la fiesta de la luna nueva, para que podamos vender nuestro trigo? Que pase el sábado, para que abramos nuestras bodegas, pues nos irá tan bien que venderemos hasta el desecho. Vamos a reducir la medida, aumentar los precios y falsear las balanzas.» (Amós 8, 5)


“Se quiser me encontrar, vá visitar Jesus Sacramentado; eu também estou sempre lá.” São Padre Pio de Pietrelcina