Salmos, 77
3. Busqué al Señor, en el momento de la prueba, de noche sin descanso, hacia él tendí mi mano y mi alma se negó a ser consolada.
3. Busqué al Señor, en el momento de la prueba, de noche sin descanso, hacia él tendí mi mano y mi alma se negó a ser consolada.
El Salmo 77 es un salmo de lamentación, en el que el salmista expresa su sufrimiento y consuelo en Dios. Él le pregunta a Dios sobre su silencio antes de sus aflicciones y recuerda las maravillosas obras que Dios ha hecho en el pasado a favor de su pueblo. Los siguientes son cinco versículos relacionados con los temas cubiertos en el Salmo 77, en orden de proximidad al capítulo:
Salmo 22:2: "Dios, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué te estiras de mi ayuda y las palabras de mis enfermos?" Al igual que el salmista del Salmo 77, el salmista del Salmo 22 expresa su dolor y cuestiona la razón del aparente abandono de Dios.
Salmo 13:1-2: "¿Cuánto tiempo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? Hasta cuando escondas tu rostro de mí? ¿Cuánto tiempo consultaré con mi alma, teniendo tristeza en mi corazón todos los días? ¿Mi enemigo exaltará ¿a mí? " El Salmo del Salmo 13 también se siente abandonado por Dios y se pregunta cuánto tiempo tendrá que soportar el sufrimiento.
Salmo 44:23-24: "¡Despierta! ¿Por qué duermes, Señor? ¡Despierta! No nos rechaces para siempre. ¿Por qué escondes tu cara y olvidas nuestra miseria y opresión?" El Salmo del Salmo 44 llama a Dios para despertarse y no abandonarlos en medio del sufrimiento.
Salmo 66:5: "Ven, y mira las obras de Dios; está temblando en sus obras hacia los hijos de los hombres". El Salmo del Salmo 77 también recuerda las maravillosas obras de Dios en el pasado, y este versículo del Salmo 66 invita a todos a contemplar las obras de Dios.
Salmo 86:7: "Te invoco el día de mi angustia, porque me respondes". Este verso del Salmo 86 expresa la confianza del salmista en el que Dios responderá a su grito, así como al Salmo del Salmo 77 espera encontrar consuelo en Dios.
“Que Jesus o mergulhe no esplendor da Sua imortal juventude.” São Padre Pio de Pietrelcina
