Encontrados 534 resultados para: monte santo

  • con la fuerza de milagros y prodigios y con el poder del Espíritu Santo; de manera que desde Jerusalén en todas direcciones hasta Iliria he anunciado el evangelio de Cristo; (Romanos 15, 19)

  • Hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, os pido que luchéis conmigo orando a Dios por mí, (Romanos 15, 30)

  • porque el templo de Dios, que sois vosotros, es santo. (I Corintios 3, 17)

  • ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros, y que habéis recibido de Dios? Ya no os pertenecéis a vosotros mismos. (I Corintios 6, 19)

  • castidad, ciencia, paciencia, bondad, Espíritu Santo, amor sincero; (II Corintios 6, 6)

  • La gracia de Jesucristo, el Señor, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros. (II Corintios 13, 13)

  • Estas cosas están dichas en sentido alegórico, pues estas mujeres representan dos alianzas; una, la del monte Sinaí, que engendra esclavos, y está representada en Agar. (Gálatas 4, 24)

  • Pues el Sinaí es un monte que está en Arabia, y corresponde a la Jerusalén de ahora, porque ella con sus hijos está sometida a esclavitud. (Gálatas 4, 25)

  • también vosotros los que habéis escuchado la palabra de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, en el que habéis creído, habéis sido sellados con el Espíritu Santo prometido, (Efesios 1, 13)

  • No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, que os ha marcado con su sello para distinguiros el día de la liberación. (Efesios 4, 30)

  • No bebáis vino hasta emborracharos, pues eso lleva al desenfreno; al contrario, llenaos del Espíritu Santo (Efesios 5, 18)

  • Porque nuestro mensaje evangélico no os fue transmitido solamente con palabras, sino también con obras portentosas bajo la acción del Espíritu Santo y, por parte nuestra, con una profunda entrega. En efecto, vosotros sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. (I Tesalonicenses 1, 5)


“Amar significa dar aos outros – especialmente a quem precisa e a quem sofre – o que de melhor temos em nós mesmos e de nós mesmos; e de dá-lo sorridentes e felizes, renunciando ao nosso egoísmo, à nossa alegria, ao nosso prazer e ao nosso orgulho”. São Padre Pio de Pietrelcina