Encontrados 399 resultados para: espada

  • Jazael le preguntó: "¿Por qué llora mi señor?". Él respondió: "Porque sé el mal que has de hacer a los israelitas: pondrás fuego a sus fortalezas, degollarás a espada a sus jóvenes, estrellarás a sus niños de pecho y abrirás en canal a sus embarazadas". (II Reyes 8, 12)

  • Y cuando el holocausto estuvo terminado, Jehú ordenó a la escolta y a los oficiales: "¡Entrad, matadlos! Que no escape ni uno". Y los pasaron a espada, y llegaron hasta el lugar más santo del templo de Baal. (II Reyes 10, 25)

  • Todo el pueblo se llenó de júbilo, y la ciudad quedó tranquila, pues Atalía había muerto a espada en el palacio real. (II Reyes 11, 20)

  • Voy a infundirle un espíritu tal que, al oír cierta noticia, se volverá a su tierra, y allí le haré morir a espada". (II Reyes 19, 7)

  • Y cuando estaba haciendo oración en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adremélec y Saréser lo mataron a espada y huyeron a Ararat. Le sucedió en el trono su hijo Asaradón. (II Reyes 19, 37)

  • Los hijos de Rubén, los de Gad y la media tribu de Manasés, hombres guerreros, portadores del escudo y de la espada, diestros en el manejo del arco y hábiles en el arte de la guerra, en número de 44.760, aptos para las armas, (I Crónicas 5, 18)

  • Saúl dijo entonces a su escudero: "Desenvaina tu espada y traspásame con ella, no vengan esos incircuncisos y se burlen de mí". Pero su escudero no quiso, pues tenía mucho miedo. Entonces tomó Saúl su espada y se echó sobre ella. (I Crónicas 10, 4)

  • Cuando el escudero vio que Saúl había muerto, se echó también sobre su espada y murió con él. (I Crónicas 10, 5)

  • tres años de hambre, una derrota de tres meses perseguido por tus enemigos armados de espada o tres días de peste en el país bajo la espada del Señor y el ángel del Señor haciendo estragos en todo Israel. Elige y dime qué debo responder al que me envía". (I Crónicas 21, 12)

  • David levantó los ojos y vio al ángel del Señor que estaba entre la tierra y el cielo, con la espada desenvainada en su mano y vuelta hacia Jerusalén. El rey y los ancianos, vestidos de saco, cayeron con sus rostros en tierra, (I Crónicas 21, 16)

  • y ordenó al ángel envainar su espada. (I Crónicas 21, 27)

  • y David no se atrevía a ir allá para orar ante el Señor, porque todavía le duraba el temor que le había causado la espada del ángel del Señor. (I Crónicas 21, 30)


“O Senhor nos dá tantas graças e nós pensamos que tocamos o céu com um dedo. Não sabemos, no entanto, que para crescer precisamos de pão duro, das cruzes, das humilhações, das provações e das contradições.” São Padre Pio de Pietrelcina