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El Macabeo ordenó su ejército en divisiones, puso a aquellos dos al frente de ellas y marchó contra Timoteo, que tenía una fuerza de ciento veinte mil soldados de infantería y dos mil quinientos de caballería. (II Macabeos 12, 20)
Judas los perseguía con furia y ardor, y acuchilló y mató a unos treinta mil de aquellos criminales. (II Macabeos 12, 23)
Y oraron al Señor pidiendo que aquel pecado les fuera plenamente perdonado. Judas exhortó a sus tropas a conservarse sin culpa, pues habían visto lo que había sucedido por el pecado de aquellos que habían muerto. (II Macabeos 12, 42)
Puesto que si él no hubiera esperado que aquellos muertos habían de resucitar, vano y superfluo hubiera sido orar por ellos. (II Macabeos 12, 44)
Ésta fue la historia de Nicanor. Como desde aquellos días la ciudad ha estado en poder de los hebreos, también yo pondré fin a mi obra. (II Macabeos 15, 38)
Porque al tener que sufrir y al verse castigados por aquellos mismos seres que tenían por dioses, llegaron a reconocer por Dios verdadero al que antes no querían conocer; por esto cayó sobre ellos la suprema condenación. (Sabiduría 12, 27)
Y así aquéllos, aunque estaban ansiosos de alimento, ante el aspecto repugnante de los animales que les enviaste, perdieron las ganas de comer; mientras que tu pueblo, después de una breve privación, gustó un manjar exquisito. (Sabiduría 16, 3)
Pues aquéllos merecieron ser privados de la luz y ser encerrados en tinieblas por haber tenido prisioneros a tus hijos, por quienes debía darse al mundo la luz incorruptible de la ley. e) La muerte. (Sabiduría 18, 4)
pues los sueños terroríficos les habían advertido ya, para que no pereciesen sin conocer por qué sufrían aquellos males. (Sabiduría 18, 19)
Fueron también heridos de ceguera, como aquellos que a la puerta del justo, envueltos en profundas tinieblas, buscaban la entrada de su puerta. (Sabiduría 19, 17)
Que sus huesos reflorezcan en sus tumbas; que sus nombres, renovados en sus hijos, sean honrados como conviene a aquellos ilustres varones. (Eclesiástico 46, 12)
Los rebeldes y los pecadores serán a una destrozados, y aquellos que se alejen del Señor perecerán. (Isaías 1, 28)