Encontrados 176 resultados para: Sión

  • Pero yo haré pagar a Babilonia y a todos los habitantes de Caldea, a la vista de ustedes, todo el mal que ellos hicieron en Sión -oráculo del Señor-. (Jeremías 51, 24)

  • ¡Que la violencia hecha a mi carne caiga sobre Babel!, dice la que habita en Sión. ¡Caiga mi sangre sobre los habitantes de Caldea!, dice Jerusalén. (Jeremías 51, 35)

  • Los caminos de Sión están de duelo, porque nadie acude a las fiestas. Todas sus puertas están desoladas, gimen sus sacerdotes, sus vírgenes están afligidas, ¡y qué amargura hay en ella! (Lamentaciones 1, 4)

  • La hija de Sión ha perdido todo su esplendor. Sus príncipes parecían ciervos que no encuentran donde pastar: iban caminando sin fuerzas delante del perseguidor. (Lamentaciones 1, 6)

  • Sión extiende sus manos, pero nadie la consuela. El Señor dio órdenes contra Jacob a sus adversarios de alrededor. Jerusalén ha llegado a ser una cosa inmunda en medio de ellos. (Lamentaciones 1, 17)

  • ¡Cómo cubrió de nubes el Señor, en su enojo, a la hija de Sión! Precipitó del cielo a la tierra la gloria de Israel; no se acordó del estrado de sus pies, en el día de su ira. (Lamentaciones 2, 1)

  • Tendió su arco como un enemigo, afirmó su mano derecha; como un adversario, dio muerte a lo más apuesto de la juventud; en el campamento de la hija de Sión derramó como un fuego su furor. (Lamentaciones 2, 4)

  • Desmanteló su morada como una huerta, arrasó el Lugar de los encuentros. El Señor hizo olvidar en Sión las fiestas y los sábados; despreció, en el ímpetu de su ira, al rey y al sacerdote. (Lamentaciones 2, 6)

  • El Señor decidió arrasar la muralla de la hija de Sión: tomó sus medidas y no retiró su brazo hasta dejarla derruida; cubrió de luto el antemural y el muro, que se desmoronaron juntamente. (Lamentaciones 2, 8)

  • Están sentados en el suelo, silenciosos, los ancianos de la hija de Sión; se han cubierto la cabeza de polvo, se han vestido con un sayal. Dejan caer su cabeza hasta el suelo las vírgenes de Jerusalén. (Lamentaciones 2, 10)

  • ¡Invoca al Señor de corazón, gime, hija de Sión! ¡Deja correr tus lágrimas a raudales, de día y de noche: no te concedas descanso, que no repose la pupila de tus ojos! (Lamentaciones 2, 18)

  • Los hijos de Sión, tan preciados, valuados a precio de oro fino, ¡cómo son tenidos por vasos de arcilla, obra de las manos de un alfarero! (Lamentaciones 4, 2)


“De que vale perder-se em vãos temores?” São Padre Pio de Pietrelcina