Zacarías, 3
3. Ahora bien, Josué estaba vestido con ropas sucias, mientras permanecía en presencia del ángel de Yavé.
3. Ahora bien, Josué estaba vestido con ropas sucias, mientras permanecía en presencia del ángel de Yavé.
Zacarías 3 informa la visión de un juicio divino en el que el sumo sacerdote Joshua es acusado y luego purificado de sus pecados. El tema principal del capítulo es la justificación ante Dios, la eliminación de la culpa y la redención. Cinco versículos que abordan estos temas son:
Salmo 103:12: "En cuanto al este está lejos de Occidente, elimina así nuestras transgresiones de nosotros". Este versículo habla sobre el perdón de Dios y cómo puede eliminar completamente nuestros pecados y transgresiones.
Isaías 1:18: "Ven entonces, y argumenta, dice el Señor, aunque tus pecados son como el escarlata, se volverán blancos como la nieve; incluso si son rojos como el Carmesim, se convertirán en la lana blanca". Este versículo muestra la capacidad de Dios para perdonar y limpiar el pecado, convirtiéndolo en algo puro y limpio.
Romanos 8:33-34: "¿Quién presentará la acusación contra los elegidos de Dios? Es Dios quien los justifica; ¿quién los condenará? Cristo Jesús ha muerto, o más bien que ha resucitado de los muertos, que está a la derecha de Dios , y también intercedió por nosotros ". Este versículo habla sobre la justificación de los creyentes ante Dios y cómo Cristo intercede por ellos.
Hebreos 9:14: "Cuanto más la sangre de Cristo, ¿quién por el Espíritu Eternal se ha ofrecido inmaculado a Dios, purificará las obras muertas a su conciencia, para servir al Dios vivo?" Este versículo habla sobre la purificación que la sangre de Cristo trae a la conciencia de los creyentes, eliminando la culpa y permitiéndoles servir a Dios.
1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y solo para perdonarnos nuestros pecados y purificarnos de toda injusticia". Este versículo destaca la importancia de la confesión de Dios y la promesa de perdonarlos y purificar la injusticia.
“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina