16. Alzando David los ojos vio al ángel de Yahveh que estaba entre la tierra y el cielo con una espada desenvainada en su mano, extendida contra Jerusalén. Entonces David y los ancianos, cubiertos de sayal, cayeron rostro en tierra.





“Temos muita facilidade para pedir, mas não para agradecer”. São Padre Pio de Pietrelcina