Fondare 210 Risultati per: nuestra

  • Pero la Jerusalén de arriba es libre, la cual es madre nuestra, (Gálatas 4, 26)

  • el cual es garantía de nuestra herencia, para la plena liberación del pueblo de Dios y alabanza de su gloria. (Efesios 1, 14)

  • Nosotros también éramos de ésos cuando nos dejábamos llevar de las apetencias carnales, sujetos a los deseos de nuestros instintos y a nuestra imaginación. Éramos, por naturaleza, objeto de la ira divina, igual que los demás. (Efesios 2, 3)

  • Él es nuestra paz; el que de ambos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad; (Efesios 2, 14)

  • Porque nuestra lucha no es contra gente de carne y hueso, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal, que moran en los espacios celestes. (Efesios 6, 12)

  • La verdadera circuncisión somos nosotros, los que damos culto llevados del Espíritu de Dios y estamos orgullosos de Cristo Jesús, no poniendo nuestra confianza en algo humano, (Filipenses 3, 3)

  • Nuestra patria está en los cielos, de donde esperamos al Salvador y Señor Jesucristo, (Filipenses 3, 20)

  • Porque nuestro mensaje evangélico no os fue transmitido solamente con palabras, sino también con obras portentosas bajo la acción del Espíritu Santo y, por parte nuestra, con una profunda entrega. En efecto, vosotros sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. (I Tesalonicenses 1, 5)

  • Bien sabéis vosotros, hermanos, que nuestra estancia entre vosotros no ha sido infructuosa. (I Tesalonicenses 2, 1)

  • En efecto, nuestra predicación no se basa en el error, en malas intenciones o en ánimo de engañar. (I Tesalonicenses 2, 3)

  • Aunque, como apóstoles de Cristo, hemos podido hacer uso de nuestra autoridad, hemos sido todo bondad en medio de vosotros. Más aún, como una madre cuida cariñosamente a sus hijos, (I Tesalonicenses 2, 7)

  • así, en nuestra ternura hacia vosotros, hubiéramos querido entregaros, al mismo tiempo que el evangelio de Dios, nuestra propia vida. ¡Tanto os queríamos! (I Tesalonicenses 2, 8)


“Se você não entrega seu coração a Deus, o que lhe entrega?” “Você deve seguir outra estrada. Tire de seu coração todas as paixões deste mundo, humilhe-se na poeira e reze! Dessa forma, certamente você encontrará Deus, que lhe dará paz e serenidade nesta vida e a eterna beatitude na próxima.” São Padre Pio de Pietrelcina