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  • Y las gentes de la guarnición, dirigiéndose a Jonatán y a su escudero, les dijeron: "Subid aquí, porque tenemos que contaros una cosa". Entonces Jonatán dijo a su escudero: "Sube detrás de mí, porque el Señor los ha entregado en manos de Israel". (I Samuel 14, 12)

  • Y añadió: "Dispersaos entre el pueblo y decidle que cada uno traiga su buey y su oveja y los sacrifiquen aquí; después los comeréis sin pecar contra el Señor comiendo la carne con la sangre". Aquella noche cada uno llevó lo que tenía a mano y lo sacrificó allí. (I Samuel 14, 34)

  • Entonces dijo: "Acercaos aquí todos los jefes del pueblo, investigad y ved quién ha cometido el pecado de hoy. (I Samuel 14, 38)

  • Saúl preguntó a Jonatán: "Dime qué has hecho". Jonatán respondió: "He gustado solamente un poco de miel con la punta del bastón que tenía en mi mano. Aquí estoy dispuesto a morir". (I Samuel 14, 43)

  • Samuel dijo: "Traedme aquí a Agag, rey de Amalec". Agag se acercó temblando y diciendo: "¡Qué amarga es la muerte!". (I Samuel 15, 32)

  • Entonces Samuel preguntó a Jesé: "¿Están aquí todos tus muchachos?". Él contestó: "Falta el pequeño, que está guardando ovejas". Samuel le dijo: "Manda a buscarle, pues no nos sentaremos a la mesa hasta que haya venido". (I Samuel 16, 11)

  • Eliab, su hermano mayor, oyó a David hablar con la gente, montó en cólera y le dijo: "¿Por qué has venido aquí? ¿A quién has dejado aquel pequeño rebaño en el desierto? Conozco bien tu orgullo y la malicia de tu corazón. Has venido sólo para ver la batalla". (I Samuel 17, 28)

  • Porque mientras el hijo de Jesé viva sobre la tierra, ni tú, ni tu reino estaréis seguros. Ahora, mándalo llamar y tráemelo aquí, porque merece la muerte". (I Samuel 20, 31)

  • El sacerdote respondió: "La espada de Goliat, el filisteo, a quien mataste en el valle del Terebinto; ahí está envuelta en un paño detrás del efod. Si quieres, puedes llevártela, porque aquí no hay más que ésa". David respondió: "Dámela; no hay otra como ella". (I Samuel 21, 10)

  • Saúl dijo: "Escúchame, hijo de Ajitob". Él respondió: "Aquí me tienes, señor". (I Samuel 22, 12)

  • Pero los hombres de David le dijeron: "Mira, aquí, en Judá, vivimos asaltados por el terror; ¡cuánto más si vamos a Queilá contra las filas de los filisteos!". (I Samuel 23, 3)

  • Que Dios me castigue doblemente si, de aquí a mañana, dejo con vida a ningún varón pariente de Nabal". (I Samuel 25, 22)


“Pode-se manter a paz de espírito mesmo no meio das tempestades da vida”. São Padre Pio de Pietrelcina