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  • Sísara le dijo: "Quédate a la puerta de la tienda, y si viene alguien preguntando: ¿Hay aquí algún hombre?, responderás: No". (Jueces 4, 20)

  • Por favor, no te muevas de aquí hasta que yo vuelva". Él le dijo: "Aquí estaré hasta que vuelvas". (Jueces 6, 18)

  • Gedeón se presentó a la gente de Sucot, y dijo: "Aquí están Zébaj y Salmuná, por los que os burlasteis de mí diciendo: ¿Acaso tienes ya en tus manos a Zébaj y a Salmuná para que debamos suministrar pan a tu ejército?". (Jueces 8, 15)

  • Pasados los dos meses, ella volvió a su padre, y éste cumplió con ella la promesa que había hecho. Ella no había tenido relaciones con ningún hombre; de aquí viene la costumbre de Israel (Jueces 11, 39)

  • Cuando estaban cerca de la casa de Micá, reconocieron la voz del joven levita, fueron y le dijeron: "¿Quién te ha traído aquí? ¿Qué haces tú aquí? ¿En qué te ocupas?". (Jueces 18, 3)

  • Y los dos se sentaron, comieron y bebieron. Después el padre de la joven le dijo: "Anda, quédate y pasa contento aquí una noche más". (Jueces 19, 6)

  • El levita se levantó para irse con su concubina y su criado, pero su suegro le dijo: "Mira, ya es tarde; pasa aquí contento la noche; mañana os iréis de madrugada". (Jueces 19, 9)

  • Aquí está mi hija, que es virgen; os la sacaré fuera para que abuséis de ella y hagáis con ella lo que queráis; pero no cometáis con este hombre semejante infamia". (Jueces 19, 24)

  • Booz dijo a Rut: "Escucha, hija mía; no vayas a espigar a otro campo y no te alejes de aquí. Sigue los pasos de mis criados. (Rut 2, 8)

  • A la hora de comer, Booz le dijo: "Ven aquí, come de nuestra comida y moja tu pan en la vinagreta". Ella se sentó junto a los segadores, y Booz le ofreció trigo tostado. Después de comer y quedar satisfecha, recogió lo sobrante y lo guardó, (Rut 2, 14)

  • Ana le dijo: "Perdón, señor; tan cierto como que tú vives, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando al Señor. (I Samuel 1, 26)

  • El Señor lo llamó: "¡Samuel, Samuel!". Él respondió: "Aquí estoy". (I Samuel 3, 4)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina