Talált 271 Eredmények: vuestras

  • En los últimos días, dice Dios: derramaré mi espíritu sobre todos los hombres, vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos tendrán sueños y vuestros jóvenes visiones, (Hechos 2, 17)

  • Como ellos le llevaban la contraria y lo insultaban, se sacudió la ropa y dijo: "Que vuestra sangre caiga sobre vuestras cabezas; yo soy inocente; desde ahora me iré con los paganos". (Hechos 18, 6)

  • y añadió: "Por lo tanto, que vengan conmigo vuestras autoridades y que lo acusen, si es que ese hombre ha cometido algún delito". (Hechos 25, 5)

  • Que el pecado no reine más en vuestro cuerpo mortal, y que no os obligue a obedecer a vuestras bajas pasiones. (Romanos 6, 12)

  • No os ha llegado ninguna prueba insuperable. Dios es fiel y no permitirá que seáis sometidos a pruebas superiores a vuestras fuerzas; ante la prueba os dará fuerza para superarla. (I Corintios 10, 13)

  • Al daros estos consejos, no puedo felicitaros, pues, al parecer, vuestras reuniones, en lugar de haceros bien, os hacen daño. (I Corintios 11, 17)

  • Y si alguno tiene hambre, que coma en su casa, y que en vuestras reuniones no haya motivo alguno para castigaros. Lo demás lo arreglaré a mi llegada. (I Corintios 11, 34)

  • Sabiendo que debemos respetar al Señor, tratamos de convencer a los hombres, pues somos bien conocidos de Dios, y espero que lo seamos también de vuestras conciencias. (II Corintios 5, 11)

  • Y no sólo con su llegada, sino con el ánimo que vosotros le habíais infundido; me habló de vuestro deseo de verme, de vuestras lágrimas, de vuestro interés por mí; así que me alegré mucho. (II Corintios 7, 7)

  • esperamos anunciar el evangelio a regiones más allá de las vuestras, pero sin invadir campos ajenos, para no presumir de trabajos que han hecho otros; (II Corintios 10, 16)

  • Por tercera vez estoy a punto de ir a veros, y tampoco seré una carga para vosotros; pues no busco vuestras cosas, sino a vosotros mismos. Porque no son los hijos los que deben ahorrar para los padres, sino los padres para los hijos. (II Corintios 12, 14)

  • Maridos, amad a vuestras esposas, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó él mismo por ella, (Efesios 5, 25)


“O meu passado, Senhor, à Tua misericórdia. O meu Presente, ao Teu amor. O meu futuro, à Tua Providência.” São Padre Pio de Pietrelcina