Talált 355 Eredmények: guerra santa

  • y, saliendo de las tumbas después que Jesús resucitó, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a mucha gente. (Mateo 27, 53)

  • Así tuvo misericordia de nuestros padres yse acordó de su santa Alianza, (Lucas 1, 72)

  • De manera que la Ley es santa, como es santo, justo y bueno el precepto. (Romanos 7, 12)

  • Si las primicias son santas, también lo es toda la masa; si la raíz es santa, también lo son las ramas. (Romanos 11, 16)

  • Por lo tanto, hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer. (Romanos 12, 1)

  • y así su corazón está dividido. También la mujer soltera, lo mismo que la virgen, se preocupa de las cosas del Señor, tratando de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. La mujer casada, en cambio, se preocupa de las cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su marido. (I Corintios 7, 34)

  • porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. (Efesios 5, 27)

  • Pero ahora, él los ha reconciliado en el cuerpo carnal de su Hijo, entregándolo a la muerte, a fin de que ustedes pudieran presentarse delante de él como una ofrenda santa, inmaculada e irreprochable. (Colosenses 1, 22)

  • Nuestra conducta con ustedes, los creyentes, fue siempre santa, justa e irreprochable: ustedes son testigos, y Dios también. (I Tesalonicenses 2, 10)

  • Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra. Ustedes no tienen, porque no piden. (Santiago 4, 2)

  • Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz: (I Pedro 2, 9)

  • Nosotros oímos esta voz que venía del cielo, mientras estábamos con él en la montaña santa. (II Pedro 1, 18)


“Temos muita facilidade para pedir, mas não para agradecer”. São Padre Pio de Pietrelcina