Talált 2267 Eredmények: ese
Pero si sufre por ser cristiano, que no se avergüence y glorifique a Dios por llevar ese nombre. (I Pedro 4, 16)
Gracias a ella, se nos han concedido las más grandes y valiosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a participar de la naturaleza divina, sustrayéndose a la corrupción que reina en el mundo a causa de los malos deseos. (II Pedro 1, 4)
Pero tengan presente, ante todo, que nadie puede interpretar por cuenta propia una profecía de la Escritura. (II Pedro 1, 20)
Muchos imitarán su desenfreno, y por causa de ellos, el camino de la verdad será objeto de blasfemias. (II Pedro 2, 2)
Porque Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los precipitó en el infierno y los sumergió en el abismo de las tinieblas, donde están reservados para el Juicio. (II Pedro 2, 4)
Tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que desencadenó el diluvio sobre una tierra poblada de impíos, preservando sólo a ocho personas, entre ellas a Noé, el heraldo de la justicia. (II Pedro 2, 5)
El Señor, en efecto, sabe librar de la prueba a los hombres piadosos, y reserva a los culpables para que sean castigados en el día del Juicio, (II Pedro 2, 9)
sobre todo, a los que, llevados por sus malos deseos, corren detrás de los placeres carnales y desprecian la Soberanía. Estos hombres audaces y arrogantes no tienen miedo de blasfemar contra los ángeles caídos, (II Pedro 2, 10)
mientras que los ángeles superiores en fuerza y en poder no pronuncian ningún juicio injurioso contra ellos en la presencia del Señor. (II Pedro 2, 11)
Son seres malditos, cuyos ojos no pueden mirar a una mujer sin desearla; seres insaciables de pecado, que seducen a las almas débiles y cuyos corazones sólo conocen la codicia. (II Pedro 2, 14)
Los que obran así son fuentes sin agua, nubes arrastradas por el huracán: a ellos les está reservada la densidad de las tinieblas. (II Pedro 2, 17)
Con sus palabras altisonantes y vacías, atraen, por medio de los deseos desenfrenados de la carne, a los que apenas acaban de librarse de los que viven en el error. (II Pedro 2, 18)