Talált 2267 Eredmények: ese

  • Esforcémonos, entonces, por entrar en ese Reposo, a fin de que nadie caiga imitando aquel ejemplo de desobediencia. (Hebreos 4, 11)

  • Porque Dios no es injusto para olvidarse de lo que ustedes han hecho y del amor que tienen por su Nombre, ese amor demostrado en el servicio que han prestado y siguen prestando a los santos. (Hebreos 6, 10)

  • Solamente deseamos que cada uno muestre siempre el mismo celo para asegurar el cumplimiento de su esperanza. (Hebreos 6, 11)

  • Ahora bien, todo Sumo Sacerdote es constituido para presentar ofrendas y sacrificios; de ahí la necesidad de que tenga algo que ofrecer. (Hebreos 8, 3)

  • Si Jesús estuviera en la tierra, no podría ser sacerdote, porque ya hay aquí otros sacerdotes que presentan las ofrendas de acuerdo con la Ley. (Hebreos 8, 4)

  • Esto es un símbolo para el tiempo presente: en efecto, allí se ofrecen dones y sacrificios que no pueden hacer perfecto en su conciencia al que practica el culto. (Hebreos 9, 9)

  • Cristo, en efecto, no entró en un Santuario erigido por manos humanas -simple figura del auténtico Santuario- sino en el cielo, para presentarse delante de Dios en favor nuestro. (Hebreos 9, 24)

  • Porque en ese caso, hubiera tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. En cambio, ahora él se ha manifestado una sola vez, en la consumación de los tiempos, para abolir el pecado por medio de su Sacrificio. (Hebreos 9, 26)

  • Cada sacerdote se presenta diariamente para cumplir su ministerio y ofrecer muchas veces los mismos sacrificios, que son totalmente ineficaces para quitar el pecado. (Hebreos 10, 11)

  • No desertemos de nuestras asambleas, como suelen hacerlo algunos; al contrario, animémonos mutuamente, tanto más cuanto que vemos acercarse el Día. (Hebreos 10, 25)

  • No pierdan entonces la confianza, a la que está reservada una gran recompensa. (Hebreos 10, 35)

  • Nosotros no somos de los que se vuelven atrás para su perdición, sino que vivimos en la fe para preservar nuestra alma. (Hebreos 10, 39)


Uma filha espiritual perguntou a Padre Pio: “O Senhor cura tantas pessoas, por que não cura esta sua filha espiritual?” Padre Pio respondeu-lhe em voz baixa: “E não nos oferecemos a Deus?” São Padre Pio de Pietrelcina