Talált 545 Eredmények: �Nadie

  • Respondieron: «Nunca le hiciste mal a nadie.» (1 Samuel 12, 4)

  • Ajías, hijo de Ajitub, y hermano de Icabod, hijo de Finjas, hijo de Helí, el sacerdote de Yavé en Silo, llevaba el efod para consultar a Yavé. Nadie sabía a dónde había ido Jonatán. (1 Samuel 14, 3)

  • Pero Saúl había hecho este juramento ante el pueblo (lo que fue un gran error de Saúl): «Maldito sea el hombre que coma algo antes de la noche, antes que me haya vengado de mis enemigos.» Y nadie del pueblo había comido, sino que todos ayunaban. (1 Samuel 14, 24)

  • pero a pesar de que la vieron corriendo en el suelo, nadie se atrevió a tomarla, ya que temían el juramento del rey. (1 Samuel 14, 26)

  • David llegó a Nob y se presentó al sacerdote Ajimelec. Este salió asustado a recibirlo y le dijo: «¿Por qué estás solo y no hay nadie contigo?» (1 Samuel 21, 2)

  • David contestó: «El rey me ha dado una orden y me ha dicho: Que nadie conozca la misión que te confío y la orden que te he dado. Por eso he dado cita a mis hombres en tal lugar. (1 Samuel 21, 3)

  • ¿Por qué entonces se han unido todos contra mí? No ha habido nadie que me informara de la alianza de mi hijo con el hijo de Jesé; nadie que se compadeciera de mí y me avisara que mi hijo lo animaba a que se sublevara contra mí, como ocurre hasta hoy día.» (1 Samuel 22, 8)

  • David tomó la lanza y el jarro de la cabecera de Saúl y se fueron. Nadie los vio, nadie los oyó, ni siquiera despertaron. Todos dormían poseídos de un sueño profundo que Yavé l había enviado. (1 Samuel 26, 12)

  • llevándose las mujeres y toda la población. No habían matado a nadie, sino que los habían llevado cautivos. (1 Samuel 30, 2)

  • Nadie puede darles la razón a ustedes, en este caso. En la repartición tendrán igual parte los que combaten y los que cuidan el equipaje. Compartirán juntos.» (1 Samuel 30, 24)

  • A nadie de los presentes le disgustó esto; muy por el contrario, pues encontraban bien todo lo que el rey hacía. (2 Samuel 3, 36)

  • No hay nadie como tú ni hay Dios fuera de ti, como lo hemos aprendido con nuestros propios oídos. (2 Samuel 7, 22)


“Devemos odiar os nossos pecados, visto que o amor ao Senhor significa paz”. São Padre Pio de Pietrelcina