Talált 545 Eredmények: �Nadie

  • El rey hizo destruir el quemadero del valle de Ben-Hinnon, para que nadie ya sacrificara por el fuego a sus hijos e hijas, según el rito de Molec. (2 Reyes 23, 10)

  • El rey ordenó: «Dejen en paz la tumba, y que nadie toque sus huesos.» Y sus huesos, junto con los del profeta de Samaria, no fueron tocados. (2 Reyes 23, 18)

  • No consintió que nadie los maltratara y por ellos castigó a los reyes. (1 Crónicas 16, 21)

  • ¡Oh Yavé! Nadie hay como tú, ni hay Dios fuera de ti, según todo lo que hemos oído con nuestros oídos. (1 Crónicas 17, 20)

  • Ahora bien, el rey de Aram había ordenado a los jefes de sus carros de guerra: «No ataquen a nadie, ni a los grandes ni a los chicos, tan sólo al rey de Israel.» (2 Crónicas 18, 30)

  • Dijo: «Yavé, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en el cielo y no dominas tú en todos los reinos de las naciones? En tu mano está el poder y la fortaleza sin que nadie pueda resistirte. (2 Crónicas 20, 6)

  • Tenía treinta y dos años cuando empezó a reinar y reinó en Jerusalén ocho años. Se fue sin que nadie lo llorara; y lo sepultaron en la ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes. (2 Crónicas 21, 20)

  • Nadie podrá entrar en la Casa de Yavé fuera de los sacerdotes y los levitas que estén de servicio; éstos podrán entrar por estar consagrados. Pero todo el pueblo hará la guardia de Yavé. (2 Crónicas 23, 6)

  • Luego me levanté de noche, acompañado de unos pocos hombres, sin decir a nadie lo que yo pensaba hacer en Jerusalén, según mi Dios me lo había inspirado. Llevando únicamente el caballo en que iba montado, salí de noche por la Puerta del Basural. (Nehemías 2, 12)

  • Muéstrate correcto, cuidando cada uno de tus actos. No hagas a nadie lo que no quieras para ti. Bebe vino con prudencia, para que no hagas de la embriaguez la compañera de tu vida. (Tobías 4, 15)

  • y dijo a su esposa: «Manda a una sirvienta para que vea si vive. Si ha muerto, lo enterraremos sin que nadie se entere.» (Tobías 8, 12)

  • pensó: «A lo mejor se entretuvo allá, o quizá haya muerto Gabael y no hay nadie que le entregue el dinero». (Tobías 10, 2)


“Há duas razões principais para se orar com muita satisfação: primeiro para render a Deus a honra e a glória que Lhe são devidas. Segundo, para falar com São Padre Pio de Pietrelcina