Isaías, 23
8. ¡Quién es, pues, el que ha tramado esto en contra de Tiro, la reina, cuyos comerciantes eran príncipes y sus negociantes, los grandes de la tierra?
8. ¡Quién es, pues, el que ha tramado esto en contra de Tiro, la reina, cuyos comerciantes eran príncipes y sus negociantes, los grandes de la tierra?
Isaías 23 contiene una profecía contra la ciudad de Tire, que está condenada por su arrogancia y codicia. La ciudad será destruida y sus habitantes tomarán cautivos. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en este capítulo:
Ezequiel 26:3 - "Por lo tanto, así dice el Señor Dios, he aquí, estoy en tu contra, oh disparado, y haré que muchas naciones se enfrenten a ti, ya que el mar hace tus olas". Este versículo refuerza el mensaje de que Dios está condenando a su arrogancia y que la ciudad será atacada por varias naciones.
Amós 1:9 - "Así dice el Señor, para tres transgresiones de disparos, y para cuatro no eliminaré el castigo, porque han dado todos los cautivos a Edom, y no recordaron el pacto de los hermanos". Este versículo menciona el pacto de neumáticos con Israel, que puede haber contribuido a su caída.
Zacarías 9:3 - "Tareo construido para sí Fortaleza, y atendió la plata como polvo y oro como el barro de las calles". Este versículo destaca la codicia de los disparos y su búsqueda de riqueza y poder.
Jeremías 25:22 - "Y a todos los reyes de disparos, y a todos los reyes de Sidón, y a los reyes de las tierras que están más allá del mar". Este versículo muestra que SHOT no fue la única ciudad en ser atacada y conquistada, sino que otras ciudades también sufrieron las consecuencias de su arrogancia y codicia.
Apocalipsis 18:21 - "Y un ángel fuerte levantó una piedra como un gran molino, y la arrojó al mar, diciendo, con igual impulso se lanzará Babilonia, esa gran ciudad, y nunca se encontrará". Este versículo se refiere a la caída de Babilonia, pero se puede aplicar a la caída de los disparos y otras ciudades que fueron destruidas debido a su arrogancia y pecado.
“O trabalho é tão sagrado como a oração”. São Padre Pio de Pietrelcina
